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Una historia de amor (novela por entregas)


Thetrooper

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Estos días los tengo libres, así que puedo escribir con más frecuencia, en compensación por los 15 días que estuve sin escribir. Mañana haré el nuevo, su título será: "la caza"

 

Jeje...huele a bulla! A ver qué pasa con aquel desgraciado... :-)

 

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Capítulo 13: La caza

 

Era hora de recordar quien me debía favores. Para ello había que desenterrar una parte de mi vida de la que no me sentía muy orgulloso, una época en la que si no llega a ser por Rebeca, yo hubiese acabado en la cárcel o en el depósito de cadáveres. Pero estaba desesperado, necesitaba un clavo ardiendo al que agarrarme. hace años, cuando tenía dieciocho fui miembro de una banda de moteros. No pasé de ser poco más que un prospect, pero enseguida me gané el respeto y la confianza de mis superiores en la banda, sabía tener el pico cerrado, y como estudiaba Derecho, podía sacarlos de algún lío. Abandoné la banda por petición del presidente, me dijo que un chaval como yo no debía estar en esa banda, sería cuestión de tiempo que acabase con antecedentes penales y se me cerrasen todas las puertas en el futuro. Dijo que no quería que un chico tan joven como yo arruinase su vida tan pronto. Lo hice, y siempre me consideraron su amigo, un supporter, siempre me saludaban por la calle y me decían que estaban en deuda conmigo por un asunto de agresiones, mi primer juicio. Decidí que era hora de romper con mi promesa de no pedir que me devolviesen el favor. Entre en su sede, llamé a la puerta.

- ¡Buenas! ¿sigo siendo bien recibido por aquí?

- Claro que sí -me dijo el presidente mientras me daba un apretón de manos y un abrazo-. Hace mucho que no te veíamos, espera que llamo a los chicos para que vengan a saludarte.

- Déjalos, me iré pronto, vengo a pedirte una cosa.

- Lo que sea, estamos en deuda contigo, y sabes que soy de palabra.

Le conté toda la historia, como a mí, le pareció un asunto muy extraño, pero decidió localizar al exnovio de Laura. Llevaría tiempo, pero llegaríamos a él.

El tiempo fue pasando, y el embarazo de mi esposa evolucionaba perfectamente. La ligera barriguita había pasado a la historia y ahora el embarazo era más que evidente. Yo seguía haciendo imposibles para cuidarla. Siempre que podía la acompañaba al ginecólogo, en todas las revisiones estaba yo acompañándola. Habían pasado nada menos que cuatro meses, y ya estaba deseando que naciese. Fuimos a una de las revisiones, al hacer la ecografía, la doctora, una mujer muy agradable y aún joven, se dirigió a nosotros.

- ¿Tenían alguna preferencia sobre el sexo del bebé?

- Yo no -dijo Rebeca- no sé si él...

- Yo tampoco doctora, sólo quiero que sea sano.

- Por eso no se preocupen, está perfecto. Sólo que en está ecografía se ve tan claro que me da pena no decirles el sexo de la criatura...

- Bueno, pues adelante...

- Enhorabuena, es una niña.

Cogí la mano de mi esposa, nos miramos, apenas podía verla, estaba tan emocionado que empecé a llorar, ella también. Tendríamos una niña, sinceramente me daba igual el sexo, pero deseaba que poder tener ya a aquella niña entre mis brazos. Al salir de la consulta Rebeca empezó a hacer planes, deberíamos comprar ya algo de ropa, decorar un poco más la habitación para una niña, ella pedía que el blanco de aquella habitación pasase a ser un rosa claro. En el trabajo, al saber la noticia invité a mis amigos a algo, había que celebrar que mi primogénita estaba en camino. Ahora la futura mamá decía ya sentir alguna patadita.

El tiempo fue pasando y un día, a la noche recibí una llamada de teléfono, aunque era tarde, lo cogí sin miedo alguno a que fuese una amenaza.

- Juan, tenemos localizado al montón de mierda que quiso matarte. ¿Te encargas tu de él o lo hacemos nosotros?

- Dejádmelo a mí, pásame la dirección, mañana a la noche iré a por él.

- ¿necesitas ayuda?

- No me vendría mal tu ayuda.

- Vale, mañana a las diez quedamos en el bar.

Aquella noche tampoco dormí, estaba deseando partirle el cuello al desgraciado aquel. Aparte de intentar matarme a mí, le pegó a una mujer. No entiendo por qué un hombre le pega a una mujer. Si lo hace para sentirse más hombre, creo que está equivocado, un hombre de verdad no le pega a una mujer, un hombre se siente un hombre de verdad cuando la hace feliz, al menos esa es mi opinión. Aquel día pronto se acabó, al siguiente le dije a Laura, tal y como había prometido que sus problemas pronto se iban a terminar, en un par de días. Ella no parecía muy convencida, pero yo estaba seguro de que nuestros infiernos personales se iban a acabar muy pronto.

Llegó la noche y le monté una escusa a mi esposa, cogí mi Shelby, el bate, y me dirigí hacia el bar. Allí me estaban esperando los miembros de mi antigua banda. Tras saludarlos, me monté en el coche del presidente, por el camino empezó a hablar:

- ¿Cómo nos lo montamos?

- Tu haz guardia en la puerta del cerdo, yo entró, hago mi parte, y después nos vamos. ¿cogiste la cadena que había en mi coche?

- Sí tío.

- Muy bien...

Llegamos a la casa de aquel tío, una casa pequeña, tenía más pinta de chabola que de casa. Fuera había un coche aparcado, no había duda, un Lada priora negro, con matrícula extranjera, de un país del este. Sin embargo aquel mierda hablaba un correcto castellano, seguro que se fue a un país de esos para huír de la justicia española, esos países no suelen tener tratados de extradición con España, y la corrupción es mucho mayor, todavía, que aquí.

Llamé a la puerta, tenía el bate escondido tras mi brazo izquierdo, el tío abrió la puerta, me reconoció, intentó cerrar, pero le dí una patada a la puerta, abriéndola y tirando a aquel imbécil al suelo. intentó levantarse pero le dí una patada en los genitales, ví con sádica satisfacción como se retorcía de dolor.

- Hola mamón, ¿te acuerdas de mí? tras decir eso golpeé sus piernas con el bate. lanzó un grito. Lo golpeé con más fuerza, y vi que a mi lado había una minicadena, la encendí y empezó a sonar a todo volumen "all my friends are dead" de Turbonegro.

- Lo pasabas bien pegándole a una chica ¿verdad? y ahora ¿qué te parece?

me agaché y empecé a golpear su cara a puñetazo limpio, noté como mis nudillos hundían su tabique nasal, como sus labios, reventaban, como uno de sus dientes caía de su boca. la sangre salía a borbotones por su nariz y su boca, cada vez que intentaba respirar, recibía un golpe. Decidí tomar un descanso, el cerdo cogió aire y empezó a hablar:

- Vale, aprendí la lección. pero yo no soy quien te está amenazando ahora. Me pagaron para que te tirase de la moto, pero yo no te estoy amenazando, el tio que me pagó es quien te amenaza, no yo...

No quise oírlo, puse mi pie en su entrepierna, apreté y el empezó a gritar como el cerdo que era en la matanza. Seguí golpeándolo, ahora era por mí.

- ¿quien te pagó? ¿quién?

- No sé sólo hablé con él por teléfono, me ingresó el dinero en el banco....

- ¿cómo se llamaba?

-No lo sé, lo juro, deja de pegarme, por favor...

- tranquilo, vine aquí por Laura, ahora vas a pagar todo lo que debes pedazo de mierda... le dí un golpe con el bate en la cabeza y lo dejé inconsciente.

Metí a aquel tío en el maletero de su coche, le cogí las llaves de un colgador, le di señal al presidente de irnos y que me siguiera con su coche. Puse rumbo a los juzgados, al llegar allí, saqué al imbécil del maletero, le pedí las cadenas al presidente, y amarré al tío a las puertas del juzgado.

- Mira, ahora vas a pagar por todo lo que hiciste, considérate afortunado de que no te haya matado. te meterán en una bonita celda, y tu compañero seguro que se hace muuuy amigo tuyo en las duchas, cuando te ponga el culo como la bandera de Japón. Como digas quien te ha hecho esto, juro que te mataré.

Daba pena verlo, con la cara desfigurada, encadenado en las barandillas de la escalera del juzgado, se había orinado encima cuando le pegué. me daba igual. Ahora iba a pagar.

Volví a casa y pensé en todo lo que hice esa noche, había dado una paliza de muerte a una persona, y había disfrutado haciéndolo, eso me daba miedo. Quizás de quien mas miedo debemos tener sea de nosotros mismos.

Al día siguiente en todos los telediarios salió la noticia de que un hombre que estaba en busca por parte de la policía española apareció encadenado a las puertas del juzgado, el propio encadenado afirmaba que lo entregaron los de su banda a modo de ajuste de cuentas. Le confesé lo ocurrido a mi esposa, ella se echó a temblar, me gritó, tenía razón, fue una locura.

El juicio empezó pocas semanas después, acudí a el como audiencia pública, el ex de Laura al verme en la sala se estremeció ante mi mirada amenazante, confesó haberla maltratado y aceptó la condena propuesta. Para mi gusto demasiado baja, si por mi fuera, lo habrían colgado en una plaza pública. Laura me abrazó y me agradeció lo que había hecho, por una vez en mi vida, volví a creer en la justicia y en el sistema, pero aún seguía pensando que estaba podrido, en todo este tiempo la policía ni se molestó en buscar a aquel subnormal. creo que mentía y si era el que me estaba amenazando.

Mi vida empezaba a volver a la normalidad, la noche del juicio dormí estupendamente, ahora nadie volvería a amenazarme, ese malnacido ya estaba en la cárcel...

¡Cuán errado estaba!a la mañana siguiente alguien había deslizado por debajo de la puerta un sobre, me temí lo peor, y se confirmó mi miedo. Una nueva nota:

 

Los héroes también caen. Has vencido una batalla, pero no ganarás la guerra. No estoy sólo en esto. Tu hora se acerca, tic, tac...

 

No podía ser, no quería creérmelo, noté como me descendía la presión arterial, corrí a la cocina y eché toda la sal que pude en la lengua. Ahora todo pintaba peor. Había más de una persona que iba a por mí.

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Capítulo 14: Una nueva vida.

 

- Cariño, ¿sigues despierto?

- Sí.

- ¡Apura! pon tu mano en mi barriga, ¡la niña está dando pataditas!

- ¡es cierto! seguro que está haciendo kárate jajaja.

Ella de pronto se puso más seria. Su sonrisa se borró y se acercó a mí.

- ¿qué te pasa?

- nada, intenta dormir, ya es muy tarde.

- ¿sigues preocupado, verdad?

- Duerme.

- No quiero, no puedo dormir viéndote así. Sigues dándole vueltas a lo del tío que le diste una paliza ¿me equivoco?

- No.

- Mira, te pasaste, la justicia no funciona correctamente, pero eso no te da carta blanca para ir por ahí dando palizas a quien se las merece. Has hecho algo bueno, sí, pero no de la mejor manera posible. ¿y si ahora busca vengarse de tí?

- Me da igual, como si me mata, pero no toleraré que os hagan algo a vosotras.

- ¡¿Qué?! ¿estás escuchando lo que dices? ahora te necesitamos más que nunca, ella está a punto de nacer -empezó a llorar- ¿quieres que se críe sin padre?

- No, por supuesto que no.

- bueno, pues deja de hacer el tonto, y piensa dos o tres veces las cosas antes de actuar por impulsos.

- Lo hago para protegeros, juré el día de nuestra boda protegerte, y eso haré.

- deja ese rollo, por favor, ¡te lo suplico!

- Vale, está bien.

Aquella conversación me hizo darme cuenta de que lo del ex novio de Laura había sido una locura, que pudo acabar muy mal. Sin embargo, no me arrepentía en absoluto de haberlo hecho. Miraba a mi esposa, tumbada de lado, todavía seguía mirándome, sus ojos brillaban por la acción de las lágrimas. Me seguía pareciendo tan bella como de costumbre, acaricié su pelo, me acerqué a ella y rodeé su cuello con mis brazos, ella tiró un poco de la sábana para acercarse, puso sus pies sobre los míos, apoyó su cabeza en mi pecho y empezó a dormir. yo, sin embargo, para no variar, no pegué ojo.

A la mañana siguiente me desperté antes que ella. Bajé a la cocina en silencio y preparé el desayuno. Necesitaba café, cuanto más fuerte, mejor. suelo tomarlo con leche, pero necesitaba una dosis de cafeína realmente potente. Ella bajó, con una cara de dormida que hacía pensar que aún no estaba despierta y había bajado sonámbula las escaleras. Aún así, con el pelo enmarañado y con los ojos entreabiertos, sonreía. Desayunamos con calma y después de la ducha, nos fuimos al trabajo.

El tiempo fue avanzando, con tanta rapidez que faltaban poquitos días para que mi esposa saliese de cuentas. En el trabajo, nada interesante, ahora había más gente que me miraba mal. Sin duda el de Recursos Humanos sabía algo más de lo que decía. Todo estaba muy tranquilo en apariencia, pero el jefe de ese departamento ahora tenía miedo, estuve investigando un poco más, faltaban documentos, otros habían sido manipulados de una manera un tanto burda, y lo más chocante, había más quejas sobre acoso sexual, un par de ellas calificadas como "trato indecoroso hacia una compañera de trabajo". Miré si había alguna interpuesta por Alba. No había ninguna, respiré tranquilo. La última tenía casi dos años, fue interpuesta por la antigua intérprete, Carla. No sé lo que la empujó a abandonar la empresa, pero por desgracia, una terrible enfermedad había acabado con ella. me hubiese gustado hablar con ella ahora, aunque recordando bien, ella era muy reservada e introvertida, no creo que quisiese hablar del tema, sobre todo teniendo en cuenta su carácter y el infierno que el acoso supone. sólo espero que allá donde esté, esté bien y en paz. Al jefe de Recursos Humanos lo tenía ahora pillado por las pelotas. Mucho hablar de la Ley de protección de datos, pero muy poco conocía del Código Penal. Tenía un plan para él, pero aún era demasiado pronto para llevarlo a cabo. otra cosa que me llamó la atención en el archivo, fue el hecho de que muchos documentos importantes, estaban inventariados pero fisicamente no aparecían. Era posible que alguien se los hubiese llevado temporalmente para fotocopiar, aunque, también sería posible que los llevasen a destruír. Ahora me daba cuenta de que esa empresa tenía mucha mierda que ocultar. Y que la malas miradas que recibía eran provocadas no sólo por la mala fama que tenía, sino también por la rectitud por la que también era conocida mi manera de afrontar las cosas. Aquella semana tuvimos un juicio, un supuesto despido improcedente, lo ganamos, despedir a alguién que se pasa su turno de trabajo tomando café, emborrachándose y roncando en las taquillas, no es causa de despido improcedente.

Ese día, me tocó trabajar por la tarde, era viernes, los viernes nunca me quedaba a trabajar por la tarde, salvo que a la mañana hubiese juicio. Sobre las ocho de la tarde llamaron a la puerta de mi despacho, entró Alba.

- ¡Hola! ¿puedo entrar?

- Claro, pasa.

- Venía a pedirte un favor, si no es molestia...

- Si está de mi mano...

- ¿Podrías acercarme a casa? Es que tengo el coche el taller haciendo la revisión y les falta no sé que pieza. Aparte Andrés hoy llega muy tarde... no te importa ¿verdad?

- Claro que no, faltaría más.

Unos diez minutos después bajamos al párking de la empresa, avisé a mi esposa de que llegaría un poco más tarde y en ese momento Alba recibió una llamada de teléfono. Andrés iba a salir a recogerla, ella le dijo que ahora no era necesario, que ya iba en camino de casa. En aquel momento ella empezó a mirar mi coche, íbamos en el Shelby.

- Por dentro es más bonito que por fuera. Pero es mas lento que mi coche... -dijo sonriendo intentando picarme-.

- Desde que lo arreglé es más manejable, ahora te ganaría.

- Cuando me lo entreguen lo comprobamos, es muy bonito, pero mi coche es mejor.

- ¿Puede sonar tu coche así?

Estábamos en un semáforo, di un gran acelerón al aire. El sonido era ensordecedor y amenazante, el suelo parecía retemblar, el Apocalipsis había llegado a las calles. Ella me miró asustada mientras yo sonreía, aquel sonido era inmejorable. Llegamos a su edificio, en el portal su chico estaba esperándola, lo saludé con la mano y me quedé un instante contemplando aquella escena. Ella de puntillas, rodeando su cuello con los brazos, y los brazos de él rodeando su cintura, fundidos en un beso. Muy bonito, me recordaba una escena de película, o mi propia vida. Debía ser uno de esos momentos en los que el tiempo se detiene y todo te da igual, porque en ese instante no hay nadie más feliz que tú. Por un instante se me ocurrió dar un acelerón a mi Shelby y asustar a la enamorada pareja. Pero era mejor irse de allí, lo más discretamente posible y dejarles disfrutar de su momento.

Al día siguiente, después de comer, estaba medio adormilado en el salón, cuando oí los gritos de mi chica, desde el baño. Fui corriendo allí, pensé que se había lastimado con algo, pero ella parecía estar contenta.

- ¿Qué pasa?

- Tenemos que ir al hospital, he roto aguas.

Enseguida cogí la bolsa que ella había preparado previamente, la silla de bebé regalada por mis padres ya estaba en el coche de ella. La ayudé a subirse al A3 y puse rumbo al hospital. En comparación con el Shelby o el GT-R, su motor me parecía excesivamente perezoso. Al llegar a urgencias, llenas de gente, como de costumbre, nos atendieron muy rápidamente. me mandaron esperar en una sala aparte. Allí se oían los gritos de otra mujer, no eran los de mi chica. Un médico se me acercó, me dijo que si era el marido de Rebeca, que me lo tomase con calma, las madres primerizas suelen tardar un poco más en dilatar. Mis nervios iban en aumento, tanto rato sin saber nada me hacía ponerme en lo peor. De pronto, una enfermera salió corriendo, me llamó y me hizo entrar. Allí estaba ella, la mamá, con la cara desfigurada, sudando, aún jadeaba del esfuerzo, y nuestra hija, una preciosa niña, muy grande según los médicos, pero llena de vitalidad, llorando sobre el pecho de su mamá. No pude evitar acercarme a ellas, ambos, padre, madre e hija llorábamos, unos de emoción y otra por la palmada. El médico felicitó a la recién estrenada mamá, según él, para ser primeriza fue muy valiente y apenas chilló nada, y eso que rechazó voluntariamente la epidural. Mientras se llevaban a nuestra niña a lavar, medir y pesar, me quedé con mi esposa, agarré su mano y miré a sus ojos:

- ¿Cómo estás?

- Muy cansada, pero feliz.

- Yo también estoy muy feliz. Pero ahora tengo que confesarte una cosa.

- ¿el qué?

- Hay otra mujer en mi vida, y creo que voy quererla más a ella -durante un segundo ella se enervó, no cogía la broma- me refiero a nuestra hija.

Trajeron a nuestra niña, era increíble, no podía dejar de mirarla. Nos avisaron de que en una hora nos subirían a planta. Al ser sábado, no le daría el alta hasta el lunes. Avise a todos mis amigos y a nuestros padres. A la tarde la habitación ya estaba llena de gente, regalos y flores. Ella no podía estar más feliz, y yo tampoco. Salí un rato de la habitación, bajé a la cafetería a por una botella de agua. Al llamar al ascensor, alguien me tocó el hombro. Era Alba, llevaba una bolsa de papel rojo enorme en la mano. Andrés se acercó a mi y me estrechó la mano. Ella empezó a hablar.

- ¡Hola! iba a preguntar, pero ahora que te veo, ya nada, ¿en qué habitación está?

- 223.

- Vale, ¡enhorabuena papá!

- Muchas gracias -dije mientras entrábamos en el ascensor-. ahora tengo miedo, no sé que tipo de padre seré, no sé si estoy preparado.

- bah, no te rayes, va a ser un padre estupendo.

Entramos en la habitación, en ese momento, la visita que estaba allí, unos tíos míos, decidieron marcharse. Alba fue hacia la cama, le dio un beso a Rebeca y se quedó mirando a la niña.

- ¡Qué preciosidad! es tan mona que dan ganas de comérsela. Tiene el pelito de su mami, pero los ojos yo creo que son los de Juan.

- Sí todos dicen lo mismo, pero habrá que esperar a que crezca.

- Seguro que será guapísima, por cierto, ¿ya tenéis pensado su nombre?

Yo me había puesto al otro lado de la cama, a espaldas de Rebeca, tenía mi mano derecha sobre su hombro. En ese momento nos miramos, sonreímos y dijimos a coro.

- Sí, se va a llamar Alba.

- ¡Ay! ¡qué ilusión! se va llamar como yo. en ese momento no pudo contener la emoción y una lágrima empezó a salir de sus ojos.

- Sí, aparte, nos gustaría decirte otra cosa -dije yo-.

- Juan dice que tu eres para él como su hermana pequeña, por lo bien que te has comportado con él cuando, bueno ya sabes, cuando yo tuve mi accidente... así que nos gustaría que tu fueses su madrina.

-Claro, encantada. Se acercó a la niña y le dio un beso con mucho cuidado de no despertarla. Era realmente tranquila. Entonces Alba, la recién estrenada madrina, nos entregó la bolsa, era un oso de peluche, enseguida lo pusimos al lado de la niña, que se despertó y tras tranquilizarse, se abrazó a su regalo. Parece que le gustaba.

El lunes llegamos a casa con nuestra pequeña.Nunca en vida había conducido con tanto cuidado, tenía una jovencísima vida entre mis manos. La instalamos en su habitación. Miraba con curiosidad aquella habitación, intentaba levantar la cabeza para ver mejor, era curiosa, pero sus pequeños músculos aún no podían con el peso de su cabecita. Me pasé horas mirándola dormir en su cuna, no podía ser mas feliz. Una nueva vida empezaba en mi casa.

Cuando ella tenía aproximadamente dos meses, la bautizamos. Sacamos una foto a la puerta de la iglesia con ella, en los brazos de su madre, yo a su derecha, y flanqueándonos, Alba y mi suegro, los padrinos. Todos sonreíamos en aquella escena, aunque a mi pequeña Alba, poco más se le veía que le cabeza, cubierta por el mantón que mi madre le había hecho con sus propias manos expresamente para la ocasión. Una copia de esa foto, enmarcada, está en la mesa de mi despacho. Aunque mi empresa no era precisamente el lugar más agradable del mundo, había algo que me empujaba a seguir allí, ella.

Ahora Alba, mi hija, era el centro de mi universo, no había nada más importante que ella.

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Tio... Antes de escribir...debes dedicar una de tiempo a recopilar informacion... Tremenda, no? Porque saber tanto de leyes, mecanica japonesa y preparadores y ediciones especiales, coches y proveedores americanos, tantas canciones adecuadas a cada momento...info sobre los partos y embarazos...vamos que...o eres un coco y todo eso ya lo sabias... O te pegas unas curradas de estudio tremendas!

 

Muy muy guapo el hilo. Estoy subscrito. :thumbup:

 

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Capítulo 15: Sin perdón.

 

Desde que mi hija había nacido, las noches se me hacían más cortas. Hasta volví a dormir tranquilamente aunque sus llantos reclamando una toma de pecho me despertasen. Me pasaba las horas libres mirándola dormir en su cuna, con gran alegría para mi mujer, que así no tenía que arrancarme del garaje. Las visitas a casa no paraban de llegar, todos nuestros amigos y vecinos nos colmaban de regalos. Los días libres que me dieron para estar con ella se me hicieron muy cortos. Nuestra familia y nuestros amigos estaban siempre allí, ofreciéndose para todo. De hecho, Carmen hasta sintió agudizado su sentido maternal y nos pidió un sábado poder lavar a la niña. Y su madrina, Alba, encantada también, no había fin de semana en el que no se acercase a casa y se pasase horas y horas con su ahijada. Sin duda fueron días muy felices en mi casa. Me hacía falta, llevaba algo más de un año viviendo un auténtico calvario, amenazas, intentos de asesinato, casi pierdo a la mujer de mi vida... necesitaba ser feliz y ahora casi lo era. Sí, casi, porque toda la mierda que se me estaba cayendo encima me estaba pasando factura. Aunque ahora, no volvería intentar colgarme, tenía muchos motivos para seguir adelante. Lo duro es vivir, encarar los problemas de frente e intentar solucionarlos, colgarse o meterse un tiro en la cabeza, es la solución fácil, y equivocada.

Fuera de la felicidad de mi hogar, había acudido a varias concentraciones y salones de clásicos. En una de ellas, mi Shelby llevó el premio al coche más espectacular del salón. fue algo increíble, el mejor premio a mi trabajo y esfuerzo. Cada vez lo usaba menos, lo dejaba para los fines de semana, a diario iba a trabajar o a la compra en el GT-R. Era el japonés una máquina realmente utilizable a diario, lo mismo dicen del 911, pero el alemán no pasa tan desapercibido como el japonés. Aún así, echaba de menos las miradas de la gente cuando llevaba mi Shelby. El Rey de la Carretera no pasaba desapercibido, su atronador sonido era el mejor anuncio de su imponente presencia. Pero en ese salón me volví a encontrar con uno de mis ídolos, K.K. Downing, que estaba de vacaciones. Cenó un día en nuestra casa, una persona realmente amable y modesta, que tuvo la gentileza de firmarme uno de mis discos favoritos, "British Steel", un vinilo que me había regalado Rebeca por nuestro primer aniversario de novios.

En la empresa seguía urdiendo mi plan. Estaba recopilando toda la información posible. Según la normativa de la empresa, la asesoría jurídica tenía como misión tanto la defensa judicial de la empresa como el asesoramiento jurídico de la misma. También el asesoramiento legal de aquellos trabajadores que tuviesen problemas relacionados con el trabajo, pudiendo actuar de oficio en caso de conocer por mi mismo algún asunto. Eso era lo que hice, descubrí un delito, el fraude documental y falsificación. No estaba seguro sobre quien era su autor, pero desde luego el jefe de Recursos Humanos era responsable de la custodia de aquellos documentos que estaban manipulados o, directamente, no estaban. Había sido bastante negligente en su puesto de trabajo, y cada vez estaba más seguro de que él era el responsable de mis amenazas, y seguramente también del acoso sexual a Laura. Ella por su parte, estaba mas relajada, había venido a nuestra casa varias veces para ver a nuestra hija.

Deseaba volver a casa para estar con las dos mujeres de mi vida, aunque Rebeca se había vuelto un poco histérica, tenía miedo de ser una madre inepta, no lo era, era una madraza, atenta y cariñosa. Otra cosa que la volvía loca era perder la figura, no sé por qué, todas sus amigas le decían la verdad, que la estaba recuperando de manera envidiable, pero ella aprovechaba los momentos en que la niña se dormía para hacer una serie de abdominales.

Un sábado a la tarde recibí una llamada de teléfono.

- Juan, soy Laura, ¿estás libre esta tarde?

Su voz parecía nerviosa.

- Sí...

- Bueno, pues tenemos que quedar, te debo un gran favor, te voy a devolver lo que hiciste por mí, sé quien te está amenazando, nos vemos en la cafetería del primer piso del centro comercial a las cinco ¿vale? ven sólo, ten mucho cuidado por favor.

Ella colgó. Me quedé blanco y empecé a sentir un ligero mareo. Me cambié de ropa y me dirigí al centro comercial en el GT-R. Al llegar allí, en el primer párking, enseguida vi el Mini de Laura, aparqué cerca, miré si ella estaba en el coche, no estaba. Subí al primer piso y entré en la cafetería, estaba desierta. Si se trataba de una broma no tenía muy buen gusto. La camarera me atendió, pedí una cerveza y me quedé allí esperando a Laura. Miré mil veces mi teléfono, ni una llamada perdida, ni sms, tampoco ningún whatsapp.

- Vaya, parece que tiene una cita. Dijo la camarera buscando entretenerse un poco ante la total ausencia de gente en el local.

- Si, pero parece que la otra parte es impuntual... la tenía a ella por una persona más formal...

- Por casualidad, ella no sería una chica rubia, teñida, muy guapa y agradable, creo que se llama... ¿Laura?

- ¡Sí! ¿la conoce?

- No, entonces usted debe ser Juan -asentí- bien, estuvo aquí, se fue hace menos de cinco minutos, se la veía con prisa, dijo que lo esperaba en el párking.

Saqué un billete de cinco euros y pagué mi consumición, le dije que se guardara el cambio, y salí corriendo al párking, no sé que pasaba, pero mucha gente iba corriendo hacia allí también. Cogí las escaleras y bajé lo más rápido que pude. Al llegar al párking vi un montón de gente arremolinada cerca de donde estaba mi coche. Vi una ambulancia y empecé a temblar. Me hice un hueco entre la gente y fui mirar. No, no podía ser, no podía ni quería creerme lo que estaba viendo, eso sí que no. Laura yacía en un charco de sangre al lado de su coche, tenía dos disparos, uno en la cabeza y otro en el pecho. Estaba boca arriba, tenía una sonrisa enigmática en la cara. Su bolso estaba a su lado, con la mano izquierda aún aguantaba su móvil. Le dije al policía que estaba allí que yo conocía a esa mujer, le di los datos que sabía de ella. estuve hasta que llegaron el forense y el juez a la escena. Llamé a mi esposa y a Alba para darles la noticia, había muerto por mi culpa, qué imbécil era. Miré a sus fríos e inexpresivos ojos, sentí como una puñalada, algo que quemaba mi interior. No pude aguantar más, corrí detrás de unos coche y vomité apoyado en una pared. de pronto me di cuenta de una cosa, volví al charco de sangre que aún quedaba allí, todos se habían ido. me agaché y metí mi mano derecha en la sangre que Laura había derramado por mi culpa, me levanté y cerrando el puño juré que me vengaría del desgraciado que la había matado, no saldría impune de ese crimen.

Al llegar a casa, Rebeca estaba muy afectada. Lo primero que me dijo fue que me animase, que yo no tenía la culpa de nada. Llamé al tanatorio, quería saber donde velarían sus restos. No lo harían hasta el día siguiente, su entierro sería el lunes.

Tras una noche más sin dormir, me vestí para ir al tanatorio. al llegar allí me sorprendió la poca gente que había, Alba ya estaba allí. Una chica se acercó a nosotros, nos preguntó quienes éramos. Al contestar que éramos compañeros de trabajo, la chica nos identificó rápidamente, dijo que de la únicas personas que trabajaban con ella de las que hablaba con respeto era de nosotros dos y de Ricardo. Aquella chica era su prima, Laura no tenía familia, sus padre murieron siendo ella una niña y la criaron sus tíos, ahora vivía con su prima. Ella también nos contó que la estaban amenazando desde hace mucho tiempo, y que aún seguían haciéndolo. A la tarde volví al velatorio, había poca gente, de la empresa, sólo estábamos Alba, Ricardo y yo, parece que Laura no caía muy bien. Empecé a sentir una sensación de asfixia, tuve que salir de allí, me fuí corriendo ante el asombro de mis amigos, Alba salió corriendo detrás de mí, me gritaba que parase, pero no podía. Me subí al coche, arranqué y me fui de allí, ella hizo lo mismo y empezó a seguirme, no podía correr mucho, había muchos coches, pero los esquivaba y Alba también, no podía despegarme de ella. Cogí la carretera y puse rumbo hacia A Capela, necesitaba ir a una carretera que conocía bien, no por experimentar el placer de conducir, ahora necesitaba estar solo. Allí estaba, la carretera de la subida al Eume, yo la hice en sentido inverso, bajando a la central eléctrica. Aceleré y empecé a descender aquella concatenación de curvas a toda la velocidad posible, miré por el retrovisor, nadie me seguía. Hice todo el recorrido y aparqué el coche a la entrada de la central. Nunca hay nadie vigilándola. Entonces allí, en el fondo del valle, me apoyé en la barandilla, mirando la enorme fuerza con la que el agua hacía gira las turbinas. Salía de la sala de turbinas a una velocidad capaz de desintegrar a una persona en segundos. El ruido era muy alto, pero aún así, me parecía escuchar la voz de Laura pidiendo que vengase su muerte. de pronto un ruido de motor me sacó de mis pensamientos, ni siquiera me giré para ver quien era. El ruido de motor cesó, se oyó como se abría y cerraba la puerta y unos pasos apurados. Era Alba, me había seguido, no venía sola, Rebeca venía con ella.

- ¡No lo hagas! ¡¡¡no te tires!!!

- No iba a tirarme, tranquilas.

Rebeca corrió y me abrazó, empezamos a hablar, intentaban convencerme de que todo había sido un accidente. Era cierto, pero ese accidente lo causé yo. Alba me dijo que no empezase a rayarme otra vez, que quería verme como en las tandas del Nordschleife, seguro de mi mismo. Entonces decidimos volver a nuestras casas.

El lunes, a las cinco de la tarde nos dimos cita en el cementerio, poca gente acompañó a la escasa familia de Laura. Mientras descendían el féretro de Laura, yo cogí una rosa de uno de los ramos, le dí un beso y la arrojé al nicho. La flor aterrizó encima del ataúd, mientras volaba dije en voz muy baja un "adiós Laura, adiós". Visité varias veces su tumba, me remordía la conciencia.

El día siguiente a su entierro, en la empresa, me dirigí a su mesa. Estaba tal y como ella la dejó. Siempre ordenada y limpia, deposité una carta que había llegado, como si ella fuese a volver en cualquier momento y eché agua a las flores que siempre tenía para adornar su puesto.

Una semana después de su entierro su prima, que se llamaba Rocío, me llamó, dijo que quería hablar conmigo. Fui a su casa y ella me abrió la puerta, sus ojos demostraban que había estado llorando. Ella me invitó a entrar y tras ofrecerme algo de beber, invitación que decliné, me dió un gran sobre marrón de papel, de esos que tienen papel de burbujas en el interior como protección. En el sobre sólo ponía "Juan".

- El sábado que se fue, me dijo que si le pasaba algo, que te diese este sobre. Parece que ella sabía que no volvería nunca más.

Tras decir eso, Rocío se echó a llorar. La abracé y salí de su casa una vez ella se tranquilizó. Al volver a mi casa, estaba solo, Rebeca había salido con nuestra Alba a casa de sus padres. Al abrir la puerta, un sobre de papel blanco de considerables dimensiones estaba en el suelo. Otra vez, lo sabía una nueva amenaza. Antes de ver la nota me fijé en que había un CD, era grabado, tenía puesto en letras mayúsculas la etiqueta "Audio". Puse el CD en el reproductor y empezó a sonar una canción, que no podía ser más macabra teniendo en cuenta la ocasión, "te visitará la muerte", de Obús.

[video=youtube;9Lqp6-8V_Ck]http://www.youtube.com/watch?v=9Lqp6-8V_Ck

Apagué el reproductor y rompí el CD, revolví en el sobre para coger la nota. La nota también era muy explícita, era una foto del cadáver de Laura, en el suelo del aparcamiento. Por detrás pegaron un trozo de papel con las típicas letras Times new roman. el texto me estremeció:

 

Ella sabía demasiado. ¿Qué se siente al tener las manos manchadas con la sangre de una persona inocente? ¿Podrás dormir tranquilo? Tú serás el siguiente.

 

Rompí la nota, la tiré a la basura y en ese instante volvían mi esposa y mi hija a casa. Mi cara tenía que ser un poema, porque Rebeca enseguida se dio cuenta de lo que pasaba. Subí al desván a buscar una cosa mientras mi esposa acostaba a la niña. Allí estaba, en el viejo baúl de mi abuelo, la escopeta Remington 870. La cargué, accionando el guardamanos con la escopeta en posición vertical, en plan película americana de acción. La cogí con ambas manos, al darme la vuelta, Rebeca estaba allí, empezó a temblar.

- ¿qué... qué vas a hacer con eso?

- Matar al hijo de perra que mató a Laura y viene a por nosotros.

- No, ¡por favor! Te lo suplico.

- No me pidas eso, si ese tío se atreve a poner un pie aquí le vuelo la cabeza.

- Juan, por favor, no hagas eso.

- No te pongas así, ese desgraciado la mató a ella y quiere vernos a nosotros enterrados. Esconderé la escopeta en el garaje, no te preocupes, cuando todo esto pase, la llevo a inutilizar, no me desharé de ella, fue de mi abuelo.

- Vale, pero ponla en un sitio dónde yo no la vea, sabes que no me gustan las armas. Todo este asunto me da mucho miedo.

La abracé intentando consolarla. Ahora, que viniesen a por mí si se atrevían, estaba preparado para todo.

Rem-870.jpg

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Tio... Antes de escribir...debes dedicar una de tiempo a recopilar informacion... Tremenda, no? Porque saber tanto de leyes, mecanica japonesa y preparadores y ediciones especiales, coches y proveedores americanos, tantas canciones adecuadas a cada momento...info sobre los partos y embarazos...vamos que...o eres un coco y todo eso ya lo sabias... O te pegas unas curradas de estudio tremendas!

 

Muy muy guapo el hilo. Estoy subscrito. :thumbup:

 

Enviado desde mi Nexus 7 usando Tapatalk 2

No te creas, de Derecho, sé cosas porque estoy estudiando Derecho y Criminología, aunque lo escrito no se corresponde al 100% con lo que pasa en España (me refiero a lo de la condena en rebeldía, ahi inventé algo).

De coches actuales y yanquis, bueno tengo miles de revistas, y se consultan. De partos, bueno, lo que oí en series de medicos de TV....

gracias

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