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Una historia de amor (novela por entregas)


Thetrooper

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Muy bien seleccionados los dos temas para ese par de ocasiones.

 

No quiero ser bocazas y quiero esperarme a ver como se sigue desarrollando la trama pero me parece todo demasiado idílico... Chica guapa, coche de ensueño, todo sale bien...

 

Es solo un comentario, por lo demás estoy enganchado como el que más, tengo ganas de leer más.

 

Un saludo y gracias compi.

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Muy bien seleccionados los dos temas para ese par de ocasiones.

 

No quiero ser bocazas y quiero esperarme a ver como se sigue desarrollando la trama pero me parece todo demasiado idílico... Chica guapa, coche de ensueño, todo sale bien...

 

Es solo un comentario, por lo demás estoy enganchado como el que más, tengo ganas de leer más.

 

Un saludo y gracias compi.

de bocazas nada, has dado tu opinión -muy educadamente, por cierto jajaja-. Tienes razón es por ahora todo muy bonito, en breves, en torno al sexto capítulo las cosas empezarán a torcerse un poco, sobre todo en la vida personal del protagonista (y hasta aqui puedo hablar, jajaja).....

El título del próximo capítulo será: La chica del BMW

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Capítulo 5: La chica del BMW

 

Aquel excitante sábado dio lugar a un domingo más relajado, de película en el sofá y cantidades industriales de palomitas y Coca-Cola. El lunes volvía la rutina del trabajo. A pesar de mi ascenso, no me encontraba cómodo últimamente, mi antiguo jefe tras ser despedido, me hizo el flaco favor de cubrir de mierda mi nombre, y lo que aún era peor, mucha gente se había creído a rajatabla lo que él había dicho. Al menos no decían nada, sólo se limitaban a mirarme mal. Aquel lunes tocaba trabajar también por la tarde. A la hora de la comida, bajé al párking a por las gafas de sol, que me quedaran en el coche. Desde la ventana de mi despacho entraba una luminosidad increíble, siendo innecesaria toda lámpara en un día como aquel. Al abrir el coche y coger la funda de mis Ray-Ban de aviador, mientras cerraba la puerta una voz de mujer me llamó:

- Perdona, ¿puedes ayudarme? el coche no me arranca y se me quedó el móvil sin batería...

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No conocía a aquella chica. Era joven, unos veintipocos, rubia, bastante guapa, con el pelo liso y a la altura de los hombros. Aunque estaba nerviosa y se notaba cierta intranquilidad en sus ojos, sonreía. Miré a su coche, era un BMW serie 3 coupé, un e92 negro. Parecía muy nuevo y bien cuidado.

- Claro, respondí. Intenta arrancarlo de nuevo, dije mientras me acerqué a la puerta del conductor mientras ella se sentaba al volante. Al girar la llave, ningún ruido se producía.

- Tiene gasolina, no sé que le pasa...

- Parece que es la batería, o podría ser un fusible... por favor ábreme el capó y miro si es de la batería. La chica obedeció, abrí el capó y ella se acercó a mi. Levanté el protector del borne y enseguida vi el problema. Mira, le dije, ves este cable -ella asintió- tenía que estar haciendo contacto con el borne de la batería, para eso, hay un tornillito que sujeta esa pieza metálica para que haga cierre mientras toca el borne. Se ha aflojado. Miré a la chica y tenía una cara de no haberse enterado de nada. Fui a mi coche por un desatornillador, rodeando la parte trasera del coupé muniqués. Vi la chapa identificativa, era un 325i, la chica tenía gusto para los coches. Apreté el tornillo, puse el protector y cerré el capó. Le dije que arrancase ahora, el coche arrancó a la primera y la sonrisa de la chica se hizo aún más luminosa. Apagó el motor, cerró la puerta y se acercó de nuevo a mí, mientras guardaba el desatornillador en el maletero del Shelby.

- ¡Muchas gracias! Llevo media hora peleando aquí y nadie me ha ayudado. Menos mal que me has ayudado. ¡Ah! no me he presentado, me llamo Alba, soy la nueva intérprete de la empresa. Hoy es mi primer día aquí.

- Yo soy Juan, de asesoría jurídica. Un placer.

Nos dimos los dos besos de costumbre, y de pronto ella miró a mi coche:

- Es un Mustang del 68, ¿verdad?

No podía creer lo que oía, una chica que lleva un BMW 325, ahora me preguntaba si mi coche era un Mustang. Desde luego, la chica algo sabía de coches.

- No exactamente, la carrocería es de un Mustang, sí, pero el coche está modificado por el preparador oficial de Ford en los 60, Shelby...

- Ah sí, el de los Cobra -me interrumpió-

Increíble, cada vez me caía mejor Alba, las apariencias engañan, jamás diría que una chica como ella entendiese tanto. Miré el reloj, era hora de comer.

- Alba, ¿ibas a comer a tu casa?

- Sí, pero con todo este lío no me da tiempo, conoces algún sitio cercano.

- Claro, aquí al lado hay un sitio muy bueno, barato, dan muy bien de comer, no es el Ritz, pero bien vale. Si necesitas, usa mi móvil para avisar a quien sea.

- Gracias, ¿no te importa que vaya contigo no? Gracias.

Cogió el teléfono y mandó un sms. Después fuimos juntos hacia el restaurante. Durante la comida estuvimos hablando, era una persona muy agradable.

Los días fueron pasando y fuimos afianzando nuestra amistad, al menos ahora tenía un amigo en la empresa, algo que no podía decir desde que entré allí. Siempre venía a llamarme al despacho -se sorprendió al saber que era director de departamento- para ir a tomar un café juntos a la hora del descanso.

Nuestra amistad y confianza mutua iba en ascenso, un día la invité a ella y a su pareja a cenar en nuestra casa. Ella aceptó y al siguiente fin de semana vinieron ella y su novio, Andrés, un chico alto, moreno, de aspecto serio pero agradable. Fue una cena muy divertida, se les veía muy felices juntos. Al marcharse ellos de la cena y tras decir que había que repetir la cena, pero que Rebeca y yo seríamos los invitados la próxima vez, los acompañamos hasta su coche, el BMW negro de Alba. Al marcharse ellos, mi chica me dijo:

- ¡Qué monos! da gusto verlos juntos, hacen muy buena pareja, son muy majos.

- Tienes razón. Me recuerdan a nosotros cuando empezábamos a salir jaja.

La vuelta al trabajo volvió a ser como siempre, hasta que un viernes al salir al mediodía, en el párking, Alba me dijo:

- Mi coche corre más que el tuyo.

- Lo dudo mucho...

- ¿Y si echamos una carrera? el primero que llegué a la valla de la salida gana.

Nuestros coches estaban aparcados uno al lado del otro, había espacio suficiente para correr los dos en paralelo, después habría que girar a la izquierda, encarar una pequeña rampa, salir del edificio y ya estaría allí la garita del guardia de seguridad y la valla.

- Cuando el reloj digital del fondo de la pared marque las y 22, salimos ¿ok?

Faltaban unos cuarenta segundos para eso, en señal de aceptación di dos acelerones al Shelby. Llevaba las ventanillas bajadas, ella también y de su coche empezó a sonar una canción que hacía tiempo que no escuchaba, "Ramp" de Scooter, de cuando yo empezaba a salir de juerga

http://www.youtube.com/watch?v=vd2zhRrG0u4

El reloj marcó las y 22. Arrancamos, el rugido del Shelby enmudeció al coupé alemán. Segunda, tercera, y ya venía el giro. Si por algo son conocidos los "Pony cars" es por su poca adaptación a las curvas en comparación con los coches europeos, así que frené bastante, y cuando me disponía a girar con cuidado de no derrapar, so pena de acabar empotrado contra una columna, vi como por mi izquierda Alba me adelantaba como una exhalación, tomando la curva ¡totalmente de lado!. Tenía manos, la chica, y un par de huevos, pensaba mientras veía como la trasera de su BMW retornaba a la posición habitual tras recuperar con una maestría propia de Carlos Sainz el derrape. Aceleré y me pegué a ella. Se me vino a la cabeza la supuesta frase de Walter Röhrl "antes fuera de la carretera que vencido por una mujer", era inútil ponerse así, no había espacio suficiente para adelantarla, la vaya estaba cerquísima, si no frenaba, me estrellaría contra "la dama de negro". Era un claro ejemplo de que la potencia sin control no servía de nada, jugó con la ventaja de un buen reparto de pesos con menor potencia. Mis quinientos caballos llegaban al suelo mediante un eje rígido, y no tenía la ayuda de un autoblocante, la única ayuda que el Shelby tenía a la conducción era rezar un padrenuestro a San Cristóbal. Tenía el peso muy mal repartido. No contaba con unos amortiguadores Koni como los del Shelby GT350R del 65, más ligero, menos potente, pero con mejor adherencia. Aparte, ella, seguro que desactivó el ESP de su 325.

El guardia de seguridad salió de la garita:

- ¡Estáis locos! a quien se le ocurre ponerse a correr en el párking...

Agachamos ambos la cabeza, como dos niños malos cuando son regañados en el colegio. tras pasar la valla, ella se echó a reír escandalosamente desde su coche, me echó la lengua y pude leer en sus labios un "¡¡¡te gané!!!".

Aquella princesita bávara había ganado al rey de la carretera, pero su conductora, era una fuera de serie y merecía la victoria. Acepté la derrota, que me vino muy bien para bajar mis humos tras mi victoria contra aquellos tipos del Hyundai.

 

 

(Este capítulo está dedicado a mi amiga Alba, gracias por estar siempre ahí)

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Capítulo 6: Cuando un hombre ama a una mujer.

 

Últimamente me había vuelto un autómata. Lo único que hacía era redactar informes sobre contratos. Todo monotonía, salvo a las horas de descanso. Un martes recibí una llamada a mi móvil, un número desconocido, era muy raro. serían las once de la mañana.

- ¿Si?

Una voz temblorosa y excesivamente nerviosa de mujer comenzó a hablar.

- Juan, soy Carmen, tienes que venir al hospital ya, es Rebeca, ha tenido un accidente, está muy grave, ven ya, ¡por favor!

- ¡¡¡¿¿¿Qué???!!! voy enseguida.

Colgué el teléfono sudando frío. Dejé recado a mi nuevo compañero, Ricardo (viejo amigo de la facultad, reencontrados después de mucho tiempo) que avisase a personal de que tenía que marcharme. Salí disparado por el pasillo, la gente que se cruzaba conmigo me miraba con una cara de extrañeza, a saber que cara llevaba yo. Me crucé con Alba.

- ¿A dónde vas, Juan?

- A por el coche, Rebeca ha tenido un accidente y voy al hospital. Noté que ella giró sobre sus pasos e iba detrás de mí.

- ¿Es grave?

- Sí. Dije eso mientras buscaba las llaves del Shelby. Mierda, mierda -repetía- donde están las llaves...

- Voy contigo, estás muy nervioso...

Bajamos corriendo por las escaleras mientras ella llamaba a personal para avisar de que se ausentaba conmigo. Abrí el coche, me subí, y ella también. Me puse el cinturón y salí de la plaza del parking como si de la salida de una carrera se tratase. El mismo giro a izquierdas dónde Alba me adelantó con su BMW, lo di a una velocidad mucho más elevada que la de aquella vez, encarando la rampa de salida y notando que el coche saltaba ligeramente, la valla estaba subida, aceleré más, haciendo rugir a la bestia, y me dirigí al hospital a toda velocidad. No puedo recordar a cuanto iba, pero a mucho mas de los 70 Km/h de límite de aquella carretera. Adelantaba sin apenas mirar a los demás coches, sin miedo, como si todo lo que vieran mis ojos fuesen escenas de un videojuego, no había más prioridad que la mía. Alba iba en silencio.

Llegamos al hospital, me bajé corriendo, llamé a Carmen, trabajaba allí como pediatra, para que me dijera donde estaba mi novia. Cuando llegué al box donde estaba y la vi, el panorama no podía ser más desolador. Tumbada boca arriba en una cama, con una mascarilla de oxígeno, sus brazos acribillados con las agujas de un montón de sueros y sangre, estaba inconsciente. Un doctor bastante joven se acercó a mi.

- Buenos días, ¿es usted el marido? dijo señalando a su cama.

- No, soy su novio. ¿Cómo está?

El doctor puso una cara muy seria, un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

- Voy a ser sincero, dudo mucho que pase de esta noche, aún no está estable. Y si sobrevive, quedará tetrapléjica, aunque no puedo asegurárselo, estamos haciendo pruebas y...

En ese momento un inmenso dolor de cabeza se apoderó de mí, vi como se me nublaban los ojos y empezaba a marearme. Necesitaba sentarme, empecé a llorar. La mujer de mi vida estaba debatiéndose entre la vida y la muerte. Sólo tiene veintisiete años, es demasiado joven. Noté que Alba se sentó a mi lado, su cara estaba desencajada. Puso su mano sobre mi hombro y después me abrazó. No sé cuanto tiempo estuve allí sentado. Llegaron los padres de mi chica, me vieron y al ver mi cara su madre empezó a llorar también. Se acercaron a mí y les conté lo que aquel médico me había dicho. Desesperación, miedo, ira... mi mente era un complejo de sensaciones. Carmen llegó, estaba muy afectada.

Pasó mucho tiempo, ya me había tranquilizado algo. Al verme más tranquilo, Alba decidió irse.

- Juan, lo siento, tengo que irme. Voy a coger un taxi.

- Llévate mi coche. Gracias por todo.

- No, prefiero ir en taxi. Llámame para lo que necesites. Sé fuerte.

- Gracias, de verdad.

Se despidió con la mano, caminando con paso lento hacia la salida. Estuve un montón de horas allí. Mis "suegros" me presionaban para que fuese a comer y a cenar, no quería ir. Mi conciencia me impedía separarme de aquel cristal tras el cual estaba ella. Sus padres siguieron presionándome, me dijeron que se quedarían ellos con ella esa noche. Acepté a regañadientes y prometí que la noche siguiente la pasaría yo con ella.

Llegué a casa y me metí en cama, era incapaz de conciliar el sueño viendo aquel hueco que ella había dejado. Sentía su olor. Bajé al salón, con la esperanza de que el whisky me ayudase a conciliar el sueño. Por sistema empecé a ojear un álbum de fotos. Nuestras vacaciones en Roma, sentados ante la Fontana di Trevi con un helado en las manos, en Londres, ella abrazada a mí en Trafalgar Square, en Marbella, nuestras primeras vacaciones juntos, junto a un McLaren F1 que vimos en la calle. Volví a llorar, y busqué refugio en el licor escocés. Poco a poco, tras muchos tragos, el sueño se apoderó de mí, al igual que una idea, que cada vez se repetía con mayor insistencia. Cuando me desperté el reloj marcaba las 9 de la mañana. el teléfono no registraba ninguna llamada ni mensaje. Me puse en lo peor, y decidí llevar a cabo la idea de la noche anterior. Fui al garaje, rebusqué en una esquina y encontré lo que buscaba. Me subí a la pequeña escalerilla de 3 peldaños con la cuerda en la mano, lancé la cuerda por encima de una viga del garaje. Me fijé en que la noche anterior, no había cerrado la puerta del mismo, era una mañana muy luminosa gracias a la cual estaba muy iluminado mi pequeño santuario. Hice un nudo corredizo mientras me parecía escuchar voces de mujer cerca. Metí mi cabeza por el hueco del nudo, lo apreté un poco, y en el mismo momento en que daba una patada a la escalera y notaba como el nudo cedía asfixiándome, Alba y Carmen entraban en el garaje gritando desesperadamente un "¡¡¡Juan, no!!!". Oía cada vez sus gritos más lejanos, y vi como Alba, que llegó primero, me cogió por las piernas intentando levantarme hacia arriba, apenas estuve suspendido unos segundos. Fue un acto reflejo de ella, increíble como una chica menuda de apenas 50 kilos era capaz de levantar a alguien que la doblaba en peso por la acción de los nervios. Carmen buscó algo para cortar la cuerda, lo hizo y en ese instante las fuerzas de Alba cedieron, cayendo yo de espaldas sobre el suelo. La luz se apagó.

Me desperté en el sofá del salón. Alba me estaba mirando.

- Te parecerá bonito lo que hiciste ¿no? me dijo indignada.

- Nadie te mandó ayudarme, nadie me necesita y a nadie le importo...

- ¿Nadie? ¡Cómo puedes ser tan egoísta! Rebeca te necesita más que nadie. ¿Ibas a dejarla sola ahora? y a mí si que me importas, eres mi amigo, si no no te hubiese ayudado hoy. ¿Te crees que eres el único con problemas?

- Rebeca, pobre, ahora he perdido a lo que más quiero.

- ¿Qué coño dices? se ha despertado, venía Carmen a decírtelo, me encontré con ella en la puerta. Como no contestaste y vimos el garaje abierto fuimos a mirar y ya te vimos colgado. Lo primero que hizo fue preguntar por tí.

No podía ser. Corrí a cambiarme y me llevó hacia el hospital. Iba mirando por la ventanilla del BMW, cuando ella volvió a romper el silencio:

- Perdona si he sido demasiado dura, pero ¿por qué hiciste eso?

- Estaba nervioso, tenía miedo, esto me sobrepasó...

- Esa no es la solución, te entiendo, pero así aún sería peor.

- Ya lo sé. No tengo que perdonarte nada, tú a mi sí. Gracias por salvarme la vida.

Llegamos al hospital, ella estaba tumbada. Su cara estaba desfigurada, estaba llorando.

- Hola...

- He oído que no volveré a caminar, ni a poder moverme. Soy una carga. No quiero vivir así.

- No eres una carga -las lágrimas empezaron a asomar por mis ojos-. eres el amor de mi vida, yo cuidaré de tí. Lo dejaré todo...

- ¿Que te ha pasado en el cuello? lo tienes muy rojo.

Aparté la mirada de ella e intenté tapar la rozadura que el nylon hizo a mi piel. Ella lo vió y enseguida se dió cuenta de lo que había hecho, empezó a llorar más. Le sequé las lágrimas y le dije:

- Dudé, ahora estoy seguro. Tu eres el eje de mi vida, y necesito estar a tu lado, esta noche me quedaré contigo.

Aquella fue la primera de varias noches de las que pasé en la habitación 348, mientras ella dormía yo agarraba una de sus manos. Una noche, de viernes, me dormí. Un notable dolor se apoderaba de mi mano derecha, tan agudo que me desperté y vi la visión más maravillosa que pude tener. Ella dormía, debía tener una pesadilla y con su mano izquierda se aferraba a la mía mientras me clavaba las uñas. La desperté, y le enseñé las marcas que había dejado en mis manos. Llamé a las enfermeras, al ver aquello, llamaron al médico de guardia. El lo dejó muy claro: se había producido un error, no tenía ninguna lesión medular grave. Aquella lesión era temporal. Dentro un tiempo, que no se podía saber aún, ella volvería a ser la de siempre. el médico le aseguró: "te doy mi palabra de que saldrás de esta habitación por tu propio pie".

Aprendí ese día varias lecciones: había gente que me apreciaba, que la vida era demasiado hermosa como para colgarse y, la más importante de todas, que por muy mal que pinten las cosas, siempre hay que tener un pequeño rayo de esperanza.

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Capítulo 7: La promesa

 

Tras diez días de hospitalización, la promesa del doctor se hizo realidad. Mi chica volvió a caminar, recuperando la movilidad y sensibilidad de todo su cuerpo. El primer día de vuelta a casa, las emociones nos superaban. Ella, emocionada de volver a casa tras estar luchando por su vida, yo, porque lo más importante de mi vida seguía respirando. Fue algo trabajoso subir las escaleras del dormitorio, se cansó y tuvo que parar. Algo normal, teniendo en cuenta que nadie contaba con ella. La primera noche en casa, la pasó tranquila, acompañada de las visitas de nuestra familia y alguna amistad.

Al día siguiente fui a recoger a unos talleres del seguro sus cosas personales que quedaron en su coche y saber el peritaje. Llegué a aquel sitio a las nueve de la mañana. al entrar, vi su Golf, era sobrecogedor. Todo el lateral izquierdo estaba destrozado, los airbags disparados, uno de ellos cubierto de sangre. El chasis estaba retorcido, era un siniestro total.

El perito me dió una bolsa de plástico azul, allí estaban su bolso, sus llaves, su móvil, una barra de labios. Tras darme la bolsa, el perito me dijo:

- Fue un choque muy fuerte, ¿cómo está ella?

- Bien, ayer recibió el alta. ¿Por casualidad no sabrá que coche se empotró contra ella?

- Si, un Mercedes, un clase E, si mal no recuerdo, de su conductor no sé nada. Sólo sé que su seguro está dispuesto a pagar la tasación del vehículo y el montante que suponen los días de hospitalización. Se han calculado teniendo en cuenta el empleo de doña Rebeca y...

- Bueno, eso mejor lo comento con ella y que me diga si está de acuerdo.

Al volver a casa, ella ya estaba levantada, en la cocina. Tenía más energía que nunca, en sus propias palabras "ahora me voy a comer el mundo, la vida es muy corta". Volvía a tener aquella mirada luminosa que tenía el día de la carrera contra el Hyundai. Ahora, cada vez que la veía se me ocurría una idea, mucho mejor que la de la cuerda.

En el trabajo todo iba con normalidad. Un viernes por la mañana alguien llamó a la puerta, esperó mi permiso para entrar y accedió a mi despacho. Era Laura, la secretaria del director. Sin duda era la chica más atractiva de la empresa, con una sonrisa eterna propia de un anuncio de dentífrico y una amabilidad y cariño hacia los demás que ayudaba a alegrar el tono de funeral imperante en aquella empresa.

- ¡Hola! hacía mucho que no te veía desde que ascendiste. ¡Felicidades, corazón!

- Muchas gracias

- Mira, venía a avisarte de que el "dire" quiere verte, dice que en media hora en su despacho, ¿OK?

- Claro, perfecto.

Estuve leyendo un rato el periódico hasta que no fue hora de la reunión. Subí al despacho del director y me encontré con Alba.

- Anda, ¿y tu por aquí? ¿cómo está Rebeca?

- Ella bien, ¿sabes por qué nos han llamado?

- No, espero que no fuera por la carrera del otro día. Tras decir eso, se rió.

Nuestras dudas no tardarían en ser disipadas, el director llegó, nos hizo entrar y se sentó con nosotros.

- Gracias por venir, les he llamado porque esta empresa va a negociar un nuevo contrato en Madrid con una empresa de Reino Unido. Yo iré, y ustedes conmigo.

- Con todo mi respeto, señor -dije- agradezco la confianza depositada en mí, pero ¿qué pinto yo? Comprendo que ella vaya, es la intérprete, pero yo...

- Usted revisará todas las cláusulas del contrato antes de su firma. Si alguna no nos compensa, no lo firmaremos. Por cierto ¿cómo está su novia? he oído que ha tenido un serio accidente.

-Está bien, ya está en casa.

- Me alegro. Bueno, el viaje será el próximo lunes, volveremos el miércoles por la mañana.

Volví a casa y se lo conté a mi chica, no me hacía mucha gracia ese viaje, no quería dejarla sola. Ella me afirmó estar como siempre, que cada vez estaba mejor y se cansaba menos. aquella noche nos acostamos pronto.

A la mañana siguiente me desperté sólo en cama, oía música, "Old times rock´n´roll" de Bob Seger, venía del salón. Me la encontré bailando aquella pegadiza canción en ropa interior, como aquel famoso anuncio de Heidi Klum, sólo que ella era de carne y hueso.

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Se giró y me vió, empezó a sonreir, me cogió de un brazo y me dijo:

- ¡Venga! Baila conmigo

- ¡Estás loca!

- Anda, ven, lo pasaremos genial, ¡hay que vivir la vida!

Accedí, hacía tiempo que no lo pasaba tan bien. Aunque bailaba fatal y aún estaba en pijama, fue muy divertido. Al acabar la canción, fui a la cocina a preparar el desayuno. El olor a café la atrajo, se sentó a mi lado y me dió un beso en la mejilla.

- ¿Vamos a mirar de un coche nuevo? necesito uno, jaja, el nuevo que sea de cinco puertas.

- Bien, ¿tienes pensado alguno?

- Uhmm, a ver, me gusta el Range Rover Sport...

- Ese no, no eres una "mami pija" que va a buscar los niños al cole.

- Vale, pues un Prius

- peor aún, es horrendo, e híbrido, no no

- Jó, te pones de un quisquilloso, pues me gustan también el Mini Countryman y el A3 Sportback, ¿nos podemos permitir uno de esos?

- Sí, lo quieres ¿diesel?

- Claro.

Mi chica no era muy aficionada a los coches, sólo quería uno que fuese "mono", consumiese poco y fuese compacto (¿entonces por qué el range?). Fuimos primero al concesionario de Mini, muy de diseño él. Los precios del Countryman, la asustaron un poco. Luego fuimos a la Audi, y ella se enamoró de un A3 Sportback gris metalizado, con llantas de aleación, 2.0 TDi, muy bien equipado, una unidad que llevaba mucho tiempo en stock y a la que le hacían un muy importante descuento. Se veía cierta desesperación en la cara de los vendedores. Tras probar otra unidad, se convenció y decidió cerrar el trato. Esa misma semana le entregarían su nuevo coche.

Llegó el lunes, y tocó madrugón. En el aeropuerto nos encontramos con Alba, su novio y el director. fuimos juntos a desayunar y tras un breve café con leche, a precio de oro pero invitados por el director, nos dirigimos a la sala de embarque. Mi chica se acercó para despedirse, y como siempre me corrigió el nudo de la corbata. Tras embarcar y tomar asiento, intenté relajarme con una revista de coches. Llegamos a Madrid para comer, tras una comida mejorable pagada por la empresa, nos dirigimos a nuestro hotel, nada del otro mundo, pero acogedor. Mi habitación estaba en frente de la de Alba. Esa misma tarde, en un reservado del Hotel Palace, habíamos quedado con los británicos (tenían estilo). Al llegar a aquel imponente edificio, nuestro hotel parecía un estercolero. Las negociaciones fueron bien. A la noche repasé las cláusulas, no había nada que corregir, llamé al director para darle mi visto bueno. A la mañana siguiente volvimos al lujoso Palace, nos invitaron a un espléndido desayuno y el contrato se cerró antes de la hora de comer. Un éxito. El director nos avisó que tenía que irse esa misma tarde, pero que Alba y yo podíamos quedarnos en la capital disfrutando de la noche de hotel que la empresa había pagado. Una idea volvió a surgir en mi cabeza.

Tras comer con Alba el terrible buffet de nuestro hotel le dije:

- ¿tienes pensado hacer algo esta tarde?

- No, nada especial, a lo mejor iba de compras.

- Bueno, entonces, ¿te importa que te llame sobre las cinco?

- No, ¿pero qué vas a hacer?

- Eso ya lo sabrás, pero necesito que vengas tú.

Ella me miró con una expresión extrañada. No era para menos, mi plan, para salir bien, necesitaba el efecto sorpresa.

Dieron las cinco, llamé a la puerta de la habitación de Alba y salimos del hotel. Ella insistía en saber a dónde íbamos, le dí largas. Llegamos al punto deseado, José Ortega y Gasset 10. Ella al ver aquella tienda exclamó un "jooder", se trataba, ni mas ni menos que de Tiffany & Co. la famosa joyería.

- Te he traído hasta aquí porque necesito tu ayuda, llevo mucho tiempo esperando esto, ahorrando desde toda mi vida.

- Pe... ¿pero y yo qué pinto aquí? -dijo mientras cruzábamos la puerta-. Me siento Audrey Hepburn. Ni con mi sueldo de un año podría comprar nada aquí.

- las mujeres tenéis mejor gusto para estas cosas.

- ¿Pero que vas a comprar?

- Ya lo verás...

Una joven dependienta nos atendió:

- Buenas tardes, me llamo Valeria ¿En que puedo ayudarles?

- Encantado, verá, quería un anillo de compromiso. Los ojos de Alba se abrieron hasta que parecían salirse de las órbitas. La dependienta esbozó una sonrisa.

- Enhorabuena. Lo dijo mirando a Alba.

- ¡¡¡NO, NO!!! -dijimos al unísino-, nosotros no nos vamos a casar.

- Es para mi novia -dije- ella me ayudará a decidirme por uno, las mujeres tienen mejor gusto que los hombres para estas cosas.

- Ah, vale, dijo Valeria. Un momentito.

Trajo varios anillos, los vimos. Hubo uno que me encantó, le pedí consejo a Alba, dijo que también era su favorito. Era muy caro, casi tanto como toda la restauración de mi Shelby, pero llevaba mucho tiempo ahorrando para él, ahora me podía permitir ese anillo.

- Valeria, elijo este.

tiffany-novo.bmp

- Buena elección señor.

- Sí, es precioso. añadió Alba.

- Si ahora mi chica se niega a casarse, ¿puedo devolverlo? -bromeé. Tras decir eso nos echamos a reír.

Fuimos a cenar, durante la cena, Alba me dijo:

- Así que vas a pedirle matrimonio a Rebeca, ¡qué fuerte!

- ya ves, estos días me han hecho pensar...

- con ese anillo, estoy segura que no se negará, jajaja. Ya sabes, los diamantes son los mejores amigos de una chica -dijo con una sonora carcajada-.

- eso espero...

- ya verás cómo no. aunque le regalases otro más barato te diría que si igual.

La mañana siguiente tocaba volver a casa. En el aeropuerto, nuestras parejas estaban esperándonos. Rebeca ya conducía su flamante A3. Al subirme al coche me besó:

- ¿qué tal por los madriles?

- Bien, cerramos el contrato.

- ahh, y ¿me trajiste un regalo? -dijo mientras se reía y ponía la cara de una niña pequeña y una lánguida mirada-.

- Sí, pero te lo doy en casa, claro que tendrás que portarte bien jajaja.

- ¡Vaaaale! seré buena jajaja.

Al llegar a casa y tras subir la maleta a mi habitación bajé aún con el traje puesto, me acerqué a ella y le dije:

- Voy a darte tu regalo.

- Bien, ¿qué es?

Entonces me arrodillé, le cogí la mano derecha, miré a sus ojos y dije:

- Llevamos ocho años juntos, de los cuales tres han sido viviendo juntos. Esta temporada ha sido un tanto extraña para ambos, temí por perderte, pero ahora estás aquí. Dices que hay que vivir la vida, que es muy corta, y tienes razón. Pero yo mi vida, no la entiendo si tu no estás conmigo. En ese momento miré a sus ojos, brillantes y con lágrimas, empezaba a sospechar lo que tramaba, saqué la pequeña cajita del anillo, la abrí y la giré para que ella viese lo que había dentro.

- !!!Dios mío!!! es de Tiffany´s, que preciosidad.... ¡ay! que me da algo, eso es carísimo, estás loco, ¡cómo vas a pagarlo!

- Eso da igual, ya está pagado. Ahora tengo que hacerte un pregunta. ¿quieres hacerme el hombre más feliz del mundo casándote conmigo?

- Sí, claro que sí -dijo con voz entrecortada-. Sí quiero.

Deslicé el anillo por su anular derecho mientras ella me miraba emocionada, parecía una escena de cuento, me levanté y nos besamos.

Ahora mi vida había cambiado, ella sería mi futura esposa. La vida me sonreía. No teníamos que preocuparnos de nada. Empezaba una nueva etapa en nuestra vida, ahora teníamos que preparar nuestra boda.

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