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Saludos desde Madrid


NavaLD

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En Agosto de 1990 tuve una experiencia que ahora, casi 19 años después, recuerdo como una de las mayores sensaciones y emociones que en mis trentaymuchos años he vivido.

 

Yo lo saqué del concesonario. Yo fuí a rocoger el Golf Cabriolet nuevo que mi madre se había comprado.

 

Llegué muy pronto al concesionario VW en Santa María de la Cabeza (Jarmauto) en Madrid. Tuve que esperar un buen rato hasta que desde el fondo del taller, blanco como la nieve polar, apareció nuestro Golf. Sonaba fino, limpio, como una sinfonía alemana. Olia a nuevo, nadie lo había conducido antes, el cuenta kilómetros apenas tenía los 20 o 30 kilómetros de fábrica y el depósito estaba medio vacío. Todo estaba por estrenar, el cenicero, el volante, el cambio.... Cuando el jefe de taller me entregó las llaves, me entregó un amigo, un compañero que ahora mismo está en mi garaje, dos pisos más abajo, durmiendo.

 

Mi madre estaba enamorada de el, era su pequeña recompensa a tantos años currando y tanto ella como yo podíamos pasar horas mirando y conduciendo nuestro pequeño golf cabriolet por las calles y carreteras de Madrid. En el año 95 o 96 (no recuerdo muy bien) nuestro Golf tuvo un grave accidente, digamos que estuvo en coma varios meses. Sufrí un accidente bastante grave y aunque yo salí ileso del percance, el, nuestro Golf, se llevó la peor parte. Hubo que meterle en bancada y el seguro nos dijo que no podía asumir la reparación y que tenía que dar el coche siniestro. Aún me quedaban muchas aventuras que vivir con el, así que le pedí al seguro que pagara hasta donde pudiera y que el resto lo asumiría yo.

 

Por segunda vez, volví a mi cita con nuestro Golf y fui a recogerlo al taller. Había quedado perfecto, bueno, todo lo perfecto que puede quedar despues de un accidente así, el motor iba bien, lo pintaron bien, era el mismo pero con algún achaque que otro. Pasarón los años y siguió con nosotros.

 

En el año 2000 los caminos de mi madre y nuestro Golf Cabriolet se separaron. Mi madre falleció. Pero su gran legado fue el Golf, nuestro Golf Cabriolet. Desde esos días el Golf, mi Golf, se ha hecho viejo, han llegado nuevo cacharros a mi garage y pasa largas temporadas parado, recordando viejos tiempos de asfalto, sol y pelo al viento, pero cada vez que abro la puerta del garage, cada vez que nos miramos a los ojos, sigue existiendo la misma magía que aquella tarde de verano cuando nos conocimos y parece decirme: ".. no te preocpues, yo sigo aquí, cuando me necesites no te fallaré.".

 

Hace dos semanas, abrí la puerta de mi Golf Cabriolet y me senté. Miré a mi alrededor y aunque marcaba más de 200 mil kilómetros, aunque algún que otro plástico estaba podrido, a pesar de tener los asiento algo deteriorados y el blanco juvenil de sus primeros días se había convertido en un apagado anaranjado, reconozco que ya no olia a nuevo, pero olia a vida. A mi vida.

 

Volvemos a juntarnos.

 

A partir de aquí la historia se une a la vuestra, a la de todos los miembros de este foro, cuando los dolores de cabeza, la busqueda de piezas o soluciones nos unen no sólo a nosotros sino a nuestros Golf.

 

Mi nombre es Óscar y tengo un Golf Cabriolet Quartet Triple White desde hace 19 años.

 

Un saludo a todos.

 

 

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