Había una mujer tan fea, que cuando la llevaron a la casa de los espantos, regresó con una solicitud de empleo.
Había una mujer tan fea, que cuando se despertaba, el sol se escondía.
Había una mujer tan fea, que cuando nació, su madre dijo "¡Qué tesoro!" Y su padre dijo, "Tienes razón, ¡hay que enterrarla!"