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Thetrooper

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Todo lo publicado por Thetrooper

  1. No, es inventada, ojalá tuviese un Shelby GT500KR. No veo muy bien las fotos, pero el coche que sale no es un Shelby, al menos del 67/68, si era Shelby sería anterior (más cotizados aún) en torno al 65, o un Mustang de esas épocas.
  2. bueno, ya he pensado el título del próximo capítulo, "El retorno del rey", será algo más largo que los anteriores en compensación por la espera
  3. Siento comunicaros, que el próximo capítulo saldrá dentro de bastante tiempo, pasado enero seguramente, por culpa de los exámenes y esas cosas. Gracias a todos por leer la historia y por vuestros comentarios.
  4. Capítulo 8: Un corazón roto. Las últimas semana habían sido un tanto frenéticas para mí. Ahora dejaba de ser oficialmente "soltero con novia", para estar "formalmente prometido". Aunque la boda sería el año próximo, los preparativos se pusieron en marcha, a mi chica no le gustaba dejar nada para última hora. Yo por mi parte preparé el viaje de nuestras vacaciones, sería a Girona, a la concentración del American Car club, del que era socio. También me hice socio del Mustang Club de España, con todo el orgullo de ser el único propietario de un GT500KR en España, no una réplica construída sobre base Mustang. Lo más emotivo fue la carta que me llegó desde Estados Unidos, envié una carta con toda la documentación para registrar mi Shelby en el registro oficial de clásicos de la propia Shelby American. Cuando me registraron, me enviaron una carta confirmando la autenticidad de mi coche, pero lo mas bonito fue una carta escrita de puño y letra por el propio Carroll Shelby agradeciendo mi trabajo por recuperar aquel coche y devolverlo a la vida. Estaba fechada un mes antes de fallecer el propio Carroll. Era un miércoles de finales de junio, el día de mi cumpleaños y aquella semana era la última antes de las vacaciones. Mientras me afeitaba, Rebeca me abrazó desde atrás para felicitarme, después salí para el trabajo. Al llegar al despacho me encontré con una caja forrada en papel de regalo azul sobre la mesa. Había un sobre encima de la caja, al abrirlo me encontré un nota manuscrita: ¡Feliz cumpleaños Juan! Espero que te guste el regalo. Un beso. Alba Abrí con cuidado aquella caja, había acertado, el regalo era perfecto, una maqueta de escala 1:18 de un Shelby GT500KR de 1968, exacto al mío. Una maqueta más para mi colección, y ya iban unas 43... Le agradecí el regalo por Whatsapp, y miré aquel pequeño marco con la foto de mi chica y el McLaren en Marbella, eramos unos críos de 20 años, y ahora íbamos a ser marido y mujer. Al llegar a casa me encontré el BMW X5 de mis padres aparcado delante de la puerta, abrí el portal para dirigirme al garaje, antes de entrar salieron mis padres y Rebeca a recibirme. Mi padre se quedó observando mi Shelby, aún no lo había visto terminado, le gustó. Tras cenar les dije que iba a guardar el coche en el garaje, mis padres y Rebeca decidieron acompañarme. Al entrar en él vi un bulto envuelto con una tela de color marrón. Entonces mi padre empezó a hablar: - feliz cumpleaños. - Gracias papá. - Este es mi regalo, es algo con lo que siempre soñaste. - Ya tengo el Shelby... - No. verás, cuando te licenciaste, no pudimos regalarte lo que querías, y te conformaste con el Ritmo, no querías que lo desguazase... Empecé a recordar, por aquel entonces mi padre había fundado su empresa, arriesgó todo su patrimonio, aunque al final la jugada le salió bien, ahora su empresa era mas que rentable, y su fama en el mercado también. Por suerte, no le faltaba trabajo. - Eso da igual, me conformaría hasta con una camiseta. No teníais que regalarme nada... - Bueno, ¿no vas a descubrir lo que es? Dijo eso dándome una palmada en la espalda. Me acerqué a aquel bulto, saqué la tela que lo cubría, y vi algo por lo que suspiré durante mucho tiempo. Era una moto, pero no una cualquiera, era una Norton Commando 961, versión "Café Racer", en color gris "Manx" con los detalles pintados en negro y rojo, el guardabarros delantero en carbono... era preciosa. Me giré emocionado. Aunque mi padre no era muy aficionado, si hablábamos de motos siempre acabábamos discutiendo de motos antiguas inglesas, Triumph, Norton, BSA... nos encantaban. - Gracias, es preciosa - De nada, te la debíamos. La encargamos el año pasado, pero como las construyen a mano, pues tardan un poco más, ya sabes jajaja. Mi chica llegó con una caja envuelta en papel de regalo rojo, su regalo era un casco a juego, negro con una bandera inglesa recorriendo longitudinalmente la forma del casco. - Sabes que no me gusta ir moto, ni que vayas tú haciendo el loco, así que pórtate bien. Dijo ella. - No te preocupes, esta solo tiene un asiento. - Mejor. ¿No vas a probarla? Asentí y fui al armario del dormitorio, encontré mi vieja cazadora de cuero de motero y mis botas de caña. No pude evitar recordar mi antigua moto, una Honda Black Widow, que vendí hacía tres años a mi amigo Iago para mantener el Ritmo. Bajé al garaje, me apreté el casco y arranqué la moto. Aquel bicilíndrico de 961 centímetros cúbicos y ochenta caballos emitía un sonido especial, muy propio, con personalidad, sin ser el aullido de las deportivas, ni el ronroneo de una Harley-Davidson, o una imitación del mismo como lo era el de la Black Widow. En mi cabeza no dejaba de sonar el "Rule Britannia" mientras daba ligeros toques de puño al acelerador antes de salir a dar una vuelta al vecindario en ella. [video=youtube;25zynTTl-sU]http://www.youtube.com/watch?v=25zynTTl-sU Salí del garaje con cuidado, giré a la derecha y empecé a acelerar, corría como una bestia aquella moto, como el Shelby era preciosa sin ser la moto mas rápida del mundo. Ahora tenía un juguete para las curvas y otro para las rectas. Mientras rodaba con mi Norton, me parecía ser un rocker que salía del Ace Café de Londres en busca de mods con sus Vespas y Lambrettas dispuesto a darles una paliza, como si yo fuese un personaje de la película "Quadrophenia". Volví a casa. me bajé de la moto con una sonrisa enorme y volví a agradecer a mis padres aquel regalo. Llegaron las vacaciones y el segundo fin de semana julio madrugamos y pusimos rumbo a Girona, con el ronroneo de mi V8 de fondo. mantenía asombrosamente bien los cruceros en autopista. Llegamos a la concentración y aquello para mí era un paraíso: Cadillac Eldorado, Fleetwood y Lincoln Continental de varios años, una legión de Mustang, varios modelos diferentes y de años distintos de Ford, un Buick Riviera de 1971, varios Buick Park Avenue, Dodge Charger de 1968, varios Challenger, un Plymouth 'Cuda, un Dodge Polara, varias Dodge Ram, varios Camaro en distintas versiones y de años diferentes, algún Corvette, Pontiac Firebird y Trans-Am, hasta un Camión Peterbilt 351 y un Impala que fue de la policía estatal de Texas... Mientras a mi se me iban los ojos a los "muscle cars", mi chica suspiraba por un Cadillac Eldorado Biarritz de 1959 rosa, que entró al recinto de la concentración a nuestro par. Empezó a sonar la canción más adecuada para esa situación: Detroit Steel de V8 Wankers. [video=youtube;OiuF-M4n1Nw]http://www.youtube.com/watch?v=OiuF-M4n1Nw Mi puesto estaba al lado de un Shelby GT500 de 2010 de una chica de Bremen llamada Daniela pero a mi izquierda aparcó un AC Shelby Cobra rojo con bandas blancas y matrícula inglesa. La mayoría de los coches vino de Alemania o Reino Unido. Su propietario era un señor de unos 60 años, tenía una melena blanquecina pero que aún mantenía algo de tonalidad rubia. Se giró y no me podía creer quien era, era K.K. Downing, el antiguo guitarrista de mi grupo favorito, Judas Priest y gran fan de los coches clásicos. Se acercó a mi coche, lo miró y me dijo con un cerrado acento inglés: - Disculpa hijo, ¿es un KR auténtico? - Sí. - ¿Puedo ver su motor? - claro, dije mientras abría el capó, el lo observó detenidamente, buscando la chapa identificativa del número de serie. - muy bueno, pensé que era una réplica. Me llamo Kenneth Downing. - Lo conozco, soy un gran admirador suyo, lo ví en directo con Judas priest. - ahh, un fan. Gracias La concentración duró tres días, el último, el señor Downing se despidió de mi: - Amigo Juan, si un día vienes a Londres, tienes allí un amigo, te enseñaré mi colección. Le pedí sacarme una foto con él y nos despedimos con un apretón de manos. Volvíamos a casa con buenos recuerdos, unos cuantos amigos más en facebook y direcciones de e-mail y yo con una palmada en el culo que me dio Daniela, quien no debió de entender que aquella chica que iba conmigo era mi prometida. El viaje de vuelta iba de maravilla, pero a unos 20 kilómetros de casa empecé a notar un intenso olor a aceite quemado, el testigo de la temperatura se disparó y vi que me quedaba sin presión de aceite. Paré, pero fue inevitable, una humareda blanca empezó a salir por las rendijas del capó. Me bajé y abrí el capó, la nube de humo y el olor se hicieron más intensos. Un charco de agua y aceite en el suelo eran el signo del desangramiento del corazón del Rey de la Carretera. Empecé a llorar. Una grúa llevó el coche a casa, en el garaje no podía dejar de mirarlo, el sueño de mi vida hecho trizas, un gripado de motor propio de una enciclopedia. Ella intentó consolarme, en el fondo le tenía cariño al Shelby. No podía dormir, así que decidí repasar el correo llegado el viernes. Nada extraño hasta que encontré una carta cuyo remitente era un Código Postal. Mi costumbre, aunque se tratase de publicidad era abrir todo el correo y mirarlo. Era un recorte de periódico, su titular era "Grave accidente de tráfico. Una joven de 27 años herida de gravedad". Salía una foto del coche destrozado de Rebeca y del coche que la golpeó, un Mercedes Clase E. Según la noticia, varios testigos afirmaron que el Mercedes aceleró buscando impactar contra ella. Pero con la noticia, venía una nota impresa en letra Times New Roman, al leerla casi me dio un infarto: Con ella fallé, pero contigo no. Acabaré contigo como acabaste tu conmigo, bastardo. Estás sentenciado. Empecé a atar cabos, un Clase E, esa nota, tenía mis sospechas sobre el autor, pero aún no podía condenar a nadie, y recordando a mi profesor de Derecho Procesal Penal, "las sospechas no condenan a nadie, las pruebas sí" y yo aún no tenía pruebas. Cuando todo parece ir bien, un golpe te derriba.
  5. Mañana si puedo publicaré el siguiente, su título: Un corazón roto Ten paciencia...
  6. pues joder, el día 21 está de cumpleaños una de mis mejores amigas
  7. Capítulo 7: La promesa Tras diez días de hospitalización, la promesa del doctor se hizo realidad. Mi chica volvió a caminar, recuperando la movilidad y sensibilidad de todo su cuerpo. El primer día de vuelta a casa, las emociones nos superaban. Ella, emocionada de volver a casa tras estar luchando por su vida, yo, porque lo más importante de mi vida seguía respirando. Fue algo trabajoso subir las escaleras del dormitorio, se cansó y tuvo que parar. Algo normal, teniendo en cuenta que nadie contaba con ella. La primera noche en casa, la pasó tranquila, acompañada de las visitas de nuestra familia y alguna amistad. Al día siguiente fui a recoger a unos talleres del seguro sus cosas personales que quedaron en su coche y saber el peritaje. Llegué a aquel sitio a las nueve de la mañana. al entrar, vi su Golf, era sobrecogedor. Todo el lateral izquierdo estaba destrozado, los airbags disparados, uno de ellos cubierto de sangre. El chasis estaba retorcido, era un siniestro total. El perito me dió una bolsa de plástico azul, allí estaban su bolso, sus llaves, su móvil, una barra de labios. Tras darme la bolsa, el perito me dijo: - Fue un choque muy fuerte, ¿cómo está ella? - Bien, ayer recibió el alta. ¿Por casualidad no sabrá que coche se empotró contra ella? - Si, un Mercedes, un clase E, si mal no recuerdo, de su conductor no sé nada. Sólo sé que su seguro está dispuesto a pagar la tasación del vehículo y el montante que suponen los días de hospitalización. Se han calculado teniendo en cuenta el empleo de doña Rebeca y... - Bueno, eso mejor lo comento con ella y que me diga si está de acuerdo. Al volver a casa, ella ya estaba levantada, en la cocina. Tenía más energía que nunca, en sus propias palabras "ahora me voy a comer el mundo, la vida es muy corta". Volvía a tener aquella mirada luminosa que tenía el día de la carrera contra el Hyundai. Ahora, cada vez que la veía se me ocurría una idea, mucho mejor que la de la cuerda. En el trabajo todo iba con normalidad. Un viernes por la mañana alguien llamó a la puerta, esperó mi permiso para entrar y accedió a mi despacho. Era Laura, la secretaria del director. Sin duda era la chica más atractiva de la empresa, con una sonrisa eterna propia de un anuncio de dentífrico y una amabilidad y cariño hacia los demás que ayudaba a alegrar el tono de funeral imperante en aquella empresa. - ¡Hola! hacía mucho que no te veía desde que ascendiste. ¡Felicidades, corazón! - Muchas gracias - Mira, venía a avisarte de que el "dire" quiere verte, dice que en media hora en su despacho, ¿OK? - Claro, perfecto. Estuve leyendo un rato el periódico hasta que no fue hora de la reunión. Subí al despacho del director y me encontré con Alba. - Anda, ¿y tu por aquí? ¿cómo está Rebeca? - Ella bien, ¿sabes por qué nos han llamado? - No, espero que no fuera por la carrera del otro día. Tras decir eso, se rió. Nuestras dudas no tardarían en ser disipadas, el director llegó, nos hizo entrar y se sentó con nosotros. - Gracias por venir, les he llamado porque esta empresa va a negociar un nuevo contrato en Madrid con una empresa de Reino Unido. Yo iré, y ustedes conmigo. - Con todo mi respeto, señor -dije- agradezco la confianza depositada en mí, pero ¿qué pinto yo? Comprendo que ella vaya, es la intérprete, pero yo... - Usted revisará todas las cláusulas del contrato antes de su firma. Si alguna no nos compensa, no lo firmaremos. Por cierto ¿cómo está su novia? he oído que ha tenido un serio accidente. -Está bien, ya está en casa. - Me alegro. Bueno, el viaje será el próximo lunes, volveremos el miércoles por la mañana. Volví a casa y se lo conté a mi chica, no me hacía mucha gracia ese viaje, no quería dejarla sola. Ella me afirmó estar como siempre, que cada vez estaba mejor y se cansaba menos. aquella noche nos acostamos pronto. A la mañana siguiente me desperté sólo en cama, oía música, "Old times rock´n´roll" de Bob Seger, venía del salón. Me la encontré bailando aquella pegadiza canción en ropa interior, como aquel famoso anuncio de Heidi Klum, sólo que ella era de carne y hueso. [video=youtube;P-oS9EN5-w0] Se giró y me vió, empezó a sonreir, me cogió de un brazo y me dijo: - ¡Venga! Baila conmigo - ¡Estás loca! - Anda, ven, lo pasaremos genial, ¡hay que vivir la vida! Accedí, hacía tiempo que no lo pasaba tan bien. Aunque bailaba fatal y aún estaba en pijama, fue muy divertido. Al acabar la canción, fui a la cocina a preparar el desayuno. El olor a café la atrajo, se sentó a mi lado y me dió un beso en la mejilla. - ¿Vamos a mirar de un coche nuevo? necesito uno, jaja, el nuevo que sea de cinco puertas. - Bien, ¿tienes pensado alguno? - Uhmm, a ver, me gusta el Range Rover Sport... - Ese no, no eres una "mami pija" que va a buscar los niños al cole. - Vale, pues un Prius - peor aún, es horrendo, e híbrido, no no - Jó, te pones de un quisquilloso, pues me gustan también el Mini Countryman y el A3 Sportback, ¿nos podemos permitir uno de esos? - Sí, lo quieres ¿diesel? - Claro. Mi chica no era muy aficionada a los coches, sólo quería uno que fuese "mono", consumiese poco y fuese compacto (¿entonces por qué el range?). Fuimos primero al concesionario de Mini, muy de diseño él. Los precios del Countryman, la asustaron un poco. Luego fuimos a la Audi, y ella se enamoró de un A3 Sportback gris metalizado, con llantas de aleación, 2.0 TDi, muy bien equipado, una unidad que llevaba mucho tiempo en stock y a la que le hacían un muy importante descuento. Se veía cierta desesperación en la cara de los vendedores. Tras probar otra unidad, se convenció y decidió cerrar el trato. Esa misma semana le entregarían su nuevo coche. Llegó el lunes, y tocó madrugón. En el aeropuerto nos encontramos con Alba, su novio y el director. fuimos juntos a desayunar y tras un breve café con leche, a precio de oro pero invitados por el director, nos dirigimos a la sala de embarque. Mi chica se acercó para despedirse, y como siempre me corrigió el nudo de la corbata. Tras embarcar y tomar asiento, intenté relajarme con una revista de coches. Llegamos a Madrid para comer, tras una comida mejorable pagada por la empresa, nos dirigimos a nuestro hotel, nada del otro mundo, pero acogedor. Mi habitación estaba en frente de la de Alba. Esa misma tarde, en un reservado del Hotel Palace, habíamos quedado con los británicos (tenían estilo). Al llegar a aquel imponente edificio, nuestro hotel parecía un estercolero. Las negociaciones fueron bien. A la noche repasé las cláusulas, no había nada que corregir, llamé al director para darle mi visto bueno. A la mañana siguiente volvimos al lujoso Palace, nos invitaron a un espléndido desayuno y el contrato se cerró antes de la hora de comer. Un éxito. El director nos avisó que tenía que irse esa misma tarde, pero que Alba y yo podíamos quedarnos en la capital disfrutando de la noche de hotel que la empresa había pagado. Una idea volvió a surgir en mi cabeza. Tras comer con Alba el terrible buffet de nuestro hotel le dije: - ¿tienes pensado hacer algo esta tarde? - No, nada especial, a lo mejor iba de compras. - Bueno, entonces, ¿te importa que te llame sobre las cinco? - No, ¿pero qué vas a hacer? - Eso ya lo sabrás, pero necesito que vengas tú. Ella me miró con una expresión extrañada. No era para menos, mi plan, para salir bien, necesitaba el efecto sorpresa. Dieron las cinco, llamé a la puerta de la habitación de Alba y salimos del hotel. Ella insistía en saber a dónde íbamos, le dí largas. Llegamos al punto deseado, José Ortega y Gasset 10. Ella al ver aquella tienda exclamó un "jooder", se trataba, ni mas ni menos que de Tiffany & Co. la famosa joyería. - Te he traído hasta aquí porque necesito tu ayuda, llevo mucho tiempo esperando esto, ahorrando desde toda mi vida. - Pe... ¿pero y yo qué pinto aquí? -dijo mientras cruzábamos la puerta-. Me siento Audrey Hepburn. Ni con mi sueldo de un año podría comprar nada aquí. - las mujeres tenéis mejor gusto para estas cosas. - ¿Pero que vas a comprar? - Ya lo verás... Una joven dependienta nos atendió: - Buenas tardes, me llamo Valeria ¿En que puedo ayudarles? - Encantado, verá, quería un anillo de compromiso. Los ojos de Alba se abrieron hasta que parecían salirse de las órbitas. La dependienta esbozó una sonrisa. - Enhorabuena. Lo dijo mirando a Alba. - ¡¡¡NO, NO!!! -dijimos al unísino-, nosotros no nos vamos a casar. - Es para mi novia -dije- ella me ayudará a decidirme por uno, las mujeres tienen mejor gusto que los hombres para estas cosas. - Ah, vale, dijo Valeria. Un momentito. Trajo varios anillos, los vimos. Hubo uno que me encantó, le pedí consejo a Alba, dijo que también era su favorito. Era muy caro, casi tanto como toda la restauración de mi Shelby, pero llevaba mucho tiempo ahorrando para él, ahora me podía permitir ese anillo. - Valeria, elijo este. - Buena elección señor. - Sí, es precioso. añadió Alba. - Si ahora mi chica se niega a casarse, ¿puedo devolverlo? -bromeé. Tras decir eso nos echamos a reír. Fuimos a cenar, durante la cena, Alba me dijo: - Así que vas a pedirle matrimonio a Rebeca, ¡qué fuerte! - ya ves, estos días me han hecho pensar... - con ese anillo, estoy segura que no se negará, jajaja. Ya sabes, los diamantes son los mejores amigos de una chica -dijo con una sonora carcajada-. - eso espero... - ya verás cómo no. aunque le regalases otro más barato te diría que si igual. La mañana siguiente tocaba volver a casa. En el aeropuerto, nuestras parejas estaban esperándonos. Rebeca ya conducía su flamante A3. Al subirme al coche me besó: - ¿qué tal por los madriles? - Bien, cerramos el contrato. - ahh, y ¿me trajiste un regalo? -dijo mientras se reía y ponía la cara de una niña pequeña y una lánguida mirada-. - Sí, pero te lo doy en casa, claro que tendrás que portarte bien jajaja. - ¡Vaaaale! seré buena jajaja. Al llegar a casa y tras subir la maleta a mi habitación bajé aún con el traje puesto, me acerqué a ella y le dije: - Voy a darte tu regalo. - Bien, ¿qué es? Entonces me arrodillé, le cogí la mano derecha, miré a sus ojos y dije: - Llevamos ocho años juntos, de los cuales tres han sido viviendo juntos. Esta temporada ha sido un tanto extraña para ambos, temí por perderte, pero ahora estás aquí. Dices que hay que vivir la vida, que es muy corta, y tienes razón. Pero yo mi vida, no la entiendo si tu no estás conmigo. En ese momento miré a sus ojos, brillantes y con lágrimas, empezaba a sospechar lo que tramaba, saqué la pequeña cajita del anillo, la abrí y la giré para que ella viese lo que había dentro. - !!!Dios mío!!! es de Tiffany´s, que preciosidad.... ¡ay! que me da algo, eso es carísimo, estás loco, ¡cómo vas a pagarlo! - Eso da igual, ya está pagado. Ahora tengo que hacerte un pregunta. ¿quieres hacerme el hombre más feliz del mundo casándote conmigo? - Sí, claro que sí -dijo con voz entrecortada-. Sí quiero. Deslicé el anillo por su anular derecho mientras ella me miraba emocionada, parecía una escena de cuento, me levanté y nos besamos. Ahora mi vida había cambiado, ella sería mi futura esposa. La vida me sonreía. No teníamos que preocuparnos de nada. Empezaba una nueva etapa en nuestra vida, ahora teníamos que preparar nuestra boda.
  8. Coño! que mala noticia. DEP. Yo conocí en septiembre a su copiloto, Julio Orozco
  9. Mañana, en principio, escribiré el siguiente
  10. Capítulo 6: Cuando un hombre ama a una mujer. Últimamente me había vuelto un autómata. Lo único que hacía era redactar informes sobre contratos. Todo monotonía, salvo a las horas de descanso. Un martes recibí una llamada a mi móvil, un número desconocido, era muy raro. serían las once de la mañana. - ¿Si? Una voz temblorosa y excesivamente nerviosa de mujer comenzó a hablar. - Juan, soy Carmen, tienes que venir al hospital ya, es Rebeca, ha tenido un accidente, está muy grave, ven ya, ¡por favor! - ¡¡¡¿¿¿Qué???!!! voy enseguida. Colgué el teléfono sudando frío. Dejé recado a mi nuevo compañero, Ricardo (viejo amigo de la facultad, reencontrados después de mucho tiempo) que avisase a personal de que tenía que marcharme. Salí disparado por el pasillo, la gente que se cruzaba conmigo me miraba con una cara de extrañeza, a saber que cara llevaba yo. Me crucé con Alba. - ¿A dónde vas, Juan? - A por el coche, Rebeca ha tenido un accidente y voy al hospital. Noté que ella giró sobre sus pasos e iba detrás de mí. - ¿Es grave? - Sí. Dije eso mientras buscaba las llaves del Shelby. Mierda, mierda -repetía- donde están las llaves... - Voy contigo, estás muy nervioso... Bajamos corriendo por las escaleras mientras ella llamaba a personal para avisar de que se ausentaba conmigo. Abrí el coche, me subí, y ella también. Me puse el cinturón y salí de la plaza del parking como si de la salida de una carrera se tratase. El mismo giro a izquierdas dónde Alba me adelantó con su BMW, lo di a una velocidad mucho más elevada que la de aquella vez, encarando la rampa de salida y notando que el coche saltaba ligeramente, la valla estaba subida, aceleré más, haciendo rugir a la bestia, y me dirigí al hospital a toda velocidad. No puedo recordar a cuanto iba, pero a mucho mas de los 70 Km/h de límite de aquella carretera. Adelantaba sin apenas mirar a los demás coches, sin miedo, como si todo lo que vieran mis ojos fuesen escenas de un videojuego, no había más prioridad que la mía. Alba iba en silencio. Llegamos al hospital, me bajé corriendo, llamé a Carmen, trabajaba allí como pediatra, para que me dijera donde estaba mi novia. Cuando llegué al box donde estaba y la vi, el panorama no podía ser más desolador. Tumbada boca arriba en una cama, con una mascarilla de oxígeno, sus brazos acribillados con las agujas de un montón de sueros y sangre, estaba inconsciente. Un doctor bastante joven se acercó a mi. - Buenos días, ¿es usted el marido? dijo señalando a su cama. - No, soy su novio. ¿Cómo está? El doctor puso una cara muy seria, un escalofrío recorrió mi espina dorsal. - Voy a ser sincero, dudo mucho que pase de esta noche, aún no está estable. Y si sobrevive, quedará tetrapléjica, aunque no puedo asegurárselo, estamos haciendo pruebas y... En ese momento un inmenso dolor de cabeza se apoderó de mí, vi como se me nublaban los ojos y empezaba a marearme. Necesitaba sentarme, empecé a llorar. La mujer de mi vida estaba debatiéndose entre la vida y la muerte. Sólo tiene veintisiete años, es demasiado joven. Noté que Alba se sentó a mi lado, su cara estaba desencajada. Puso su mano sobre mi hombro y después me abrazó. No sé cuanto tiempo estuve allí sentado. Llegaron los padres de mi chica, me vieron y al ver mi cara su madre empezó a llorar también. Se acercaron a mí y les conté lo que aquel médico me había dicho. Desesperación, miedo, ira... mi mente era un complejo de sensaciones. Carmen llegó, estaba muy afectada. Pasó mucho tiempo, ya me había tranquilizado algo. Al verme más tranquilo, Alba decidió irse. - Juan, lo siento, tengo que irme. Voy a coger un taxi. - Llévate mi coche. Gracias por todo. - No, prefiero ir en taxi. Llámame para lo que necesites. Sé fuerte. - Gracias, de verdad. Se despidió con la mano, caminando con paso lento hacia la salida. Estuve un montón de horas allí. Mis "suegros" me presionaban para que fuese a comer y a cenar, no quería ir. Mi conciencia me impedía separarme de aquel cristal tras el cual estaba ella. Sus padres siguieron presionándome, me dijeron que se quedarían ellos con ella esa noche. Acepté a regañadientes y prometí que la noche siguiente la pasaría yo con ella. Llegué a casa y me metí en cama, era incapaz de conciliar el sueño viendo aquel hueco que ella había dejado. Sentía su olor. Bajé al salón, con la esperanza de que el whisky me ayudase a conciliar el sueño. Por sistema empecé a ojear un álbum de fotos. Nuestras vacaciones en Roma, sentados ante la Fontana di Trevi con un helado en las manos, en Londres, ella abrazada a mí en Trafalgar Square, en Marbella, nuestras primeras vacaciones juntos, junto a un McLaren F1 que vimos en la calle. Volví a llorar, y busqué refugio en el licor escocés. Poco a poco, tras muchos tragos, el sueño se apoderó de mí, al igual que una idea, que cada vez se repetía con mayor insistencia. Cuando me desperté el reloj marcaba las 9 de la mañana. el teléfono no registraba ninguna llamada ni mensaje. Me puse en lo peor, y decidí llevar a cabo la idea de la noche anterior. Fui al garaje, rebusqué en una esquina y encontré lo que buscaba. Me subí a la pequeña escalerilla de 3 peldaños con la cuerda en la mano, lancé la cuerda por encima de una viga del garaje. Me fijé en que la noche anterior, no había cerrado la puerta del mismo, era una mañana muy luminosa gracias a la cual estaba muy iluminado mi pequeño santuario. Hice un nudo corredizo mientras me parecía escuchar voces de mujer cerca. Metí mi cabeza por el hueco del nudo, lo apreté un poco, y en el mismo momento en que daba una patada a la escalera y notaba como el nudo cedía asfixiándome, Alba y Carmen entraban en el garaje gritando desesperadamente un "¡¡¡Juan, no!!!". Oía cada vez sus gritos más lejanos, y vi como Alba, que llegó primero, me cogió por las piernas intentando levantarme hacia arriba, apenas estuve suspendido unos segundos. Fue un acto reflejo de ella, increíble como una chica menuda de apenas 50 kilos era capaz de levantar a alguien que la doblaba en peso por la acción de los nervios. Carmen buscó algo para cortar la cuerda, lo hizo y en ese instante las fuerzas de Alba cedieron, cayendo yo de espaldas sobre el suelo. La luz se apagó. Me desperté en el sofá del salón. Alba me estaba mirando. - Te parecerá bonito lo que hiciste ¿no? me dijo indignada. - Nadie te mandó ayudarme, nadie me necesita y a nadie le importo... - ¿Nadie? ¡Cómo puedes ser tan egoísta! Rebeca te necesita más que nadie. ¿Ibas a dejarla sola ahora? y a mí si que me importas, eres mi amigo, si no no te hubiese ayudado hoy. ¿Te crees que eres el único con problemas? - Rebeca, pobre, ahora he perdido a lo que más quiero. - ¿Qué coño dices? se ha despertado, venía Carmen a decírtelo, me encontré con ella en la puerta. Como no contestaste y vimos el garaje abierto fuimos a mirar y ya te vimos colgado. Lo primero que hizo fue preguntar por tí. No podía ser. Corrí a cambiarme y me llevó hacia el hospital. Iba mirando por la ventanilla del BMW, cuando ella volvió a romper el silencio: - Perdona si he sido demasiado dura, pero ¿por qué hiciste eso? - Estaba nervioso, tenía miedo, esto me sobrepasó... - Esa no es la solución, te entiendo, pero así aún sería peor. - Ya lo sé. No tengo que perdonarte nada, tú a mi sí. Gracias por salvarme la vida. Llegamos al hospital, ella estaba tumbada. Su cara estaba desfigurada, estaba llorando. - Hola... - He oído que no volveré a caminar, ni a poder moverme. Soy una carga. No quiero vivir así. - No eres una carga -las lágrimas empezaron a asomar por mis ojos-. eres el amor de mi vida, yo cuidaré de tí. Lo dejaré todo... - ¿Que te ha pasado en el cuello? lo tienes muy rojo. Aparté la mirada de ella e intenté tapar la rozadura que el nylon hizo a mi piel. Ella lo vió y enseguida se dió cuenta de lo que había hecho, empezó a llorar más. Le sequé las lágrimas y le dije: - Dudé, ahora estoy seguro. Tu eres el eje de mi vida, y necesito estar a tu lado, esta noche me quedaré contigo. Aquella fue la primera de varias noches de las que pasé en la habitación 348, mientras ella dormía yo agarraba una de sus manos. Una noche, de viernes, me dormí. Un notable dolor se apoderaba de mi mano derecha, tan agudo que me desperté y vi la visión más maravillosa que pude tener. Ella dormía, debía tener una pesadilla y con su mano izquierda se aferraba a la mía mientras me clavaba las uñas. La desperté, y le enseñé las marcas que había dejado en mis manos. Llamé a las enfermeras, al ver aquello, llamaron al médico de guardia. El lo dejó muy claro: se había producido un error, no tenía ninguna lesión medular grave. Aquella lesión era temporal. Dentro un tiempo, que no se podía saber aún, ella volvería a ser la de siempre. el médico le aseguró: "te doy mi palabra de que saldrás de esta habitación por tu propio pie". Aprendí ese día varias lecciones: había gente que me apreciaba, que la vida era demasiado hermosa como para colgarse y, la más importante de todas, que por muy mal que pinten las cosas, siempre hay que tener un pequeño rayo de esperanza.
  11. El título del próximo capítulo: Cuando un hombre ama a una mujer
  12. Capítulo 5: La chica del BMW Aquel excitante sábado dio lugar a un domingo más relajado, de película en el sofá y cantidades industriales de palomitas y Coca-Cola. El lunes volvía la rutina del trabajo. A pesar de mi ascenso, no me encontraba cómodo últimamente, mi antiguo jefe tras ser despedido, me hizo el flaco favor de cubrir de mierda mi nombre, y lo que aún era peor, mucha gente se había creído a rajatabla lo que él había dicho. Al menos no decían nada, sólo se limitaban a mirarme mal. Aquel lunes tocaba trabajar también por la tarde. A la hora de la comida, bajé al párking a por las gafas de sol, que me quedaran en el coche. Desde la ventana de mi despacho entraba una luminosidad increíble, siendo innecesaria toda lámpara en un día como aquel. Al abrir el coche y coger la funda de mis Ray-Ban de aviador, mientras cerraba la puerta una voz de mujer me llamó: - Perdona, ¿puedes ayudarme? el coche no me arranca y se me quedó el móvil sin batería... No conocía a aquella chica. Era joven, unos veintipocos, rubia, bastante guapa, con el pelo liso y a la altura de los hombros. Aunque estaba nerviosa y se notaba cierta intranquilidad en sus ojos, sonreía. Miré a su coche, era un BMW serie 3 coupé, un e92 negro. Parecía muy nuevo y bien cuidado. - Claro, respondí. Intenta arrancarlo de nuevo, dije mientras me acerqué a la puerta del conductor mientras ella se sentaba al volante. Al girar la llave, ningún ruido se producía. - Tiene gasolina, no sé que le pasa... - Parece que es la batería, o podría ser un fusible... por favor ábreme el capó y miro si es de la batería. La chica obedeció, abrí el capó y ella se acercó a mi. Levanté el protector del borne y enseguida vi el problema. Mira, le dije, ves este cable -ella asintió- tenía que estar haciendo contacto con el borne de la batería, para eso, hay un tornillito que sujeta esa pieza metálica para que haga cierre mientras toca el borne. Se ha aflojado. Miré a la chica y tenía una cara de no haberse enterado de nada. Fui a mi coche por un desatornillador, rodeando la parte trasera del coupé muniqués. Vi la chapa identificativa, era un 325i, la chica tenía gusto para los coches. Apreté el tornillo, puse el protector y cerré el capó. Le dije que arrancase ahora, el coche arrancó a la primera y la sonrisa de la chica se hizo aún más luminosa. Apagó el motor, cerró la puerta y se acercó de nuevo a mí, mientras guardaba el desatornillador en el maletero del Shelby. - ¡Muchas gracias! Llevo media hora peleando aquí y nadie me ha ayudado. Menos mal que me has ayudado. ¡Ah! no me he presentado, me llamo Alba, soy la nueva intérprete de la empresa. Hoy es mi primer día aquí. - Yo soy Juan, de asesoría jurídica. Un placer. Nos dimos los dos besos de costumbre, y de pronto ella miró a mi coche: - Es un Mustang del 68, ¿verdad? No podía creer lo que oía, una chica que lleva un BMW 325, ahora me preguntaba si mi coche era un Mustang. Desde luego, la chica algo sabía de coches. - No exactamente, la carrocería es de un Mustang, sí, pero el coche está modificado por el preparador oficial de Ford en los 60, Shelby... - Ah sí, el de los Cobra -me interrumpió- Increíble, cada vez me caía mejor Alba, las apariencias engañan, jamás diría que una chica como ella entendiese tanto. Miré el reloj, era hora de comer. - Alba, ¿ibas a comer a tu casa? - Sí, pero con todo este lío no me da tiempo, conoces algún sitio cercano. - Claro, aquí al lado hay un sitio muy bueno, barato, dan muy bien de comer, no es el Ritz, pero bien vale. Si necesitas, usa mi móvil para avisar a quien sea. - Gracias, ¿no te importa que vaya contigo no? Gracias. Cogió el teléfono y mandó un sms. Después fuimos juntos hacia el restaurante. Durante la comida estuvimos hablando, era una persona muy agradable. Los días fueron pasando y fuimos afianzando nuestra amistad, al menos ahora tenía un amigo en la empresa, algo que no podía decir desde que entré allí. Siempre venía a llamarme al despacho -se sorprendió al saber que era director de departamento- para ir a tomar un café juntos a la hora del descanso. Nuestra amistad y confianza mutua iba en ascenso, un día la invité a ella y a su pareja a cenar en nuestra casa. Ella aceptó y al siguiente fin de semana vinieron ella y su novio, Andrés, un chico alto, moreno, de aspecto serio pero agradable. Fue una cena muy divertida, se les veía muy felices juntos. Al marcharse ellos de la cena y tras decir que había que repetir la cena, pero que Rebeca y yo seríamos los invitados la próxima vez, los acompañamos hasta su coche, el BMW negro de Alba. Al marcharse ellos, mi chica me dijo: - ¡Qué monos! da gusto verlos juntos, hacen muy buena pareja, son muy majos. - Tienes razón. Me recuerdan a nosotros cuando empezábamos a salir jaja. La vuelta al trabajo volvió a ser como siempre, hasta que un viernes al salir al mediodía, en el párking, Alba me dijo: - Mi coche corre más que el tuyo. - Lo dudo mucho... - ¿Y si echamos una carrera? el primero que llegué a la valla de la salida gana. Nuestros coches estaban aparcados uno al lado del otro, había espacio suficiente para correr los dos en paralelo, después habría que girar a la izquierda, encarar una pequeña rampa, salir del edificio y ya estaría allí la garita del guardia de seguridad y la valla. - Cuando el reloj digital del fondo de la pared marque las y 22, salimos ¿ok? Faltaban unos cuarenta segundos para eso, en señal de aceptación di dos acelerones al Shelby. Llevaba las ventanillas bajadas, ella también y de su coche empezó a sonar una canción que hacía tiempo que no escuchaba, "Ramp" de Scooter, de cuando yo empezaba a salir de juerga http://www.youtube.com/watch?v=vd2zhRrG0u4 El reloj marcó las y 22. Arrancamos, el rugido del Shelby enmudeció al coupé alemán. Segunda, tercera, y ya venía el giro. Si por algo son conocidos los "Pony cars" es por su poca adaptación a las curvas en comparación con los coches europeos, así que frené bastante, y cuando me disponía a girar con cuidado de no derrapar, so pena de acabar empotrado contra una columna, vi como por mi izquierda Alba me adelantaba como una exhalación, tomando la curva ¡totalmente de lado!. Tenía manos, la chica, y un par de huevos, pensaba mientras veía como la trasera de su BMW retornaba a la posición habitual tras recuperar con una maestría propia de Carlos Sainz el derrape. Aceleré y me pegué a ella. Se me vino a la cabeza la supuesta frase de Walter Röhrl "antes fuera de la carretera que vencido por una mujer", era inútil ponerse así, no había espacio suficiente para adelantarla, la vaya estaba cerquísima, si no frenaba, me estrellaría contra "la dama de negro". Era un claro ejemplo de que la potencia sin control no servía de nada, jugó con la ventaja de un buen reparto de pesos con menor potencia. Mis quinientos caballos llegaban al suelo mediante un eje rígido, y no tenía la ayuda de un autoblocante, la única ayuda que el Shelby tenía a la conducción era rezar un padrenuestro a San Cristóbal. Tenía el peso muy mal repartido. No contaba con unos amortiguadores Koni como los del Shelby GT350R del 65, más ligero, menos potente, pero con mejor adherencia. Aparte, ella, seguro que desactivó el ESP de su 325. El guardia de seguridad salió de la garita: - ¡Estáis locos! a quien se le ocurre ponerse a correr en el párking... Agachamos ambos la cabeza, como dos niños malos cuando son regañados en el colegio. tras pasar la valla, ella se echó a reír escandalosamente desde su coche, me echó la lengua y pude leer en sus labios un "¡¡¡te gané!!!". Aquella princesita bávara había ganado al rey de la carretera, pero su conductora, era una fuera de serie y merecía la victoria. Acepté la derrota, que me vino muy bien para bajar mis humos tras mi victoria contra aquellos tipos del Hyundai. (Este capítulo está dedicado a mi amiga Alba, gracias por estar siempre ahí)
  13. Es que me basé en él y en el txori, jajajaja
  14. de bocazas nada, has dado tu opinión -muy educadamente, por cierto jajaja-. Tienes razón es por ahora todo muy bonito, en breves, en torno al sexto capítulo las cosas empezarán a torcerse un poco, sobre todo en la vida personal del protagonista (y hasta aqui puedo hablar, jajaja)..... El título del próximo capítulo será: La chica del BMW
  15. Capítulo 4: El desafío El olor a comida recién hecha me sacó de mis pensamientos, llevaba casi una hora mirando al Shelby a través de la ventana. Veía como los vecinos se acercaban a el con curiosidad, a los niños y no tan niños haciéndose fotos a su lado... Después de comer, y tras la siesta de rigor, mi chica me dijo de ir a dar una vuelta con el coche, acepté. Mientras ella se duchaba abrí el armario para coger mi ropa, una camiseta de Iron Maiden, unos vaqueros negros, mis zapatillas Converse con llamas de fuego, y la cartera que venía con una cadenita cromada. Daba gusto ponerse la ropa que uno deseaba tras toda una semana llevando traje y corbata. No me molestaba ponerlo, pero no me sentía yo mismo. Ella entró en la habitación, envuelta en una toalla, dispuesta a vestirse, pero me echó de la habitación al grito de "déjame vestirme a mi aire, que siempre me metes prisa". Bajé al salón a esperar, cogí una revista de coches clásicos (la espera tenía pinta de ser larga) y empecé a leerla. El ruido de unos tacones bajando las escaleras me apartaron de la lectura, que para ser sincero no había cronometrado, me giré y me quedé sorprendido con aquella visión. - ¿Quién eres tu? - Pues supongo que a quien tú estás esperando, digo yo... - Me temo que no, estaba esperando a mi novia, pero tu eres una diosa, ¿qué has hecho con mi novia? Ella se echó a reír, pero estaba espectacular, llevaba un vestido negro corto, de tiras, y unos tacones que hacían ver que sus piernas eran aún más largas de lo que en realidad son. Su pelo rubio suelto, y se había maquillado, estaba radiante. Le ofrecí mi brazo y salimos hacia el coche, le abrí la puerta, entré y lo encendí. Aquel rugido hizo que varios vecinos salieran de sus casas para ver qué demonios hacía tanto ruído. Unos niños se quedaron mirando embobados al Shelby, le di un par de acelerones en vacío, se quedaron estupefactos, y me animaban a acelerar más. Casi se quedan sin cuello al vernos pasar. No íbamos con un rumbo marcado, paseábamos con la música de fondo de mi V8 y las quejas de mi chica por lo incómodos que eran aquellos arneses. De pronto, pasamos cerca de un polígono industrial, entré en él, eran las ocho de la tarde y no había ningún movimiento, hasta que el sonido a techno y música electrónica variada se hacía más cercana. Vi a un grupo de cuatro chavales alrededor de un Hyundai Coupé V6 que tenía el maletero abierto. Nos dirigimos hacía allí, cuando estábamos a unos cien metros del coreano empecé a hacer una quemada hasta que me puse en paralelo al grupo de dos chicos y otras tantas chicas que estaban allí. Dí unos acelerones al aire -por si acaso no me viesen- mientras mi chica me preguntaba: - ¿qué haces? - Nada, que hoy éstos nos invitan a cenar, ¿hace una carrerita? Ella sonrió y asintió, era raro, siempre me pedía prudencia, aquella mujer no era mi novia. Miré al grupito de chavales con cara desafiante, todos llevaban unos peinados imposibles, salvo un chico que llevaba gorra, los vaqueros por el medio del culo y la cara llena de piercings. una de las chicas mascaba chicle con la boca abierta. Viendo las caras de ellos, dije: - Bonito cacharro, seguro que pilla los 120... - Eh, pero tu de que vas, julay, cómo vienes aquí amenazando al **** amo, dijo el chico de gorra. - Atiende "gasofa" -dijo el otro al de gorra- que el buga es del **** amo, y lo tengo tó ciclao y voy a destruir al patillas ese Estaban hablando un idioma desconocido para mí, se parecía mucho al castellano, pero era de díficil comprensión. - Mira chaval, si quieres correr, corremos, pero si no hay pasta no me interesa perder el tiempo corriendo contra un kart como el tuyo. Mi chica me miró sorprendida. Era una victoria cantada, por muy retocado que estuviese aquel V6, lo habían estropeado con mas de 100 kilos de fibra mal puesta. - Bua chaval, ¿kart?, tu no sabes quien es el **** amo, te voy a destruir. - Bla, bla, bla ¿y el dinero que? - vale tio, ¿que te parece quinientos napos? -Perfecto Mi chica empezó a gritar, entre los dos no llevabamos más de cien euros, pero aquello iba a ser divertido, sobre todo para mi. El del hyundai, eligió una carrera de 400 metros, pobre idiota. Mientras una de las chicas -la del chicle- se ponía en el punto de salida, empecé a oír unos acordes conocidos en la radio, aquella canción era "Ace of Spades" de Motörhead. Ya estabamos emparejados los dos coches, la chica señaló al hyundai, que aceleró, luego a mí, aceleré, subió los brazos, miré de reojo a los tíos del Hyundai y vi como la chica bajaba los brazos. Aceleré, primera, segunda, sentía como el eje delantero se levantaba, tercera, y al desaparecer la nube de humo pude ver la matrícula de aquella horterada coreana y a sus tripulantes con la boca abierta hasta las rodillas. Seguí acelerando, mi chica estaba aplastada contra el asiento con cara de miedo. Nada podría contra el Rey de la Carretera, cuando miré al velocímetro íbamos a mas de 180 por hora. Lllegamos a la meta con mucha ventaja, tiré del freno de mano, aceleré y dediqué un bonito donuts a los del hyundai. Cuando el humo cesó bajamos del coche, el chico de la gorra me dijo: - Joder, cómo corre tu buga colega, por lo menos lleva un V6... - Nada de eso, un V8 de 7000 centímetros cúbicos y casi quinientos jacos. Miré a su amigo y dije: Tu y yo tenemos que hablar de negocios... - Claro colega, aquí tienes tu pasta, menudo pieza estás hecho... Mientras contaba el fajo de billetes, el chico de la gorra le dijo a su amigo: - Debe tener pasta el patillas ese, mira pedazo buga tó a full de power que lleva y mira a su churri, que buena está, esas tetas son ciclás fijo. Levanté la cabeza del dinero y les eché una mirada amenazante, se sonrojaron y se fueron en el coche. Me subí al coche y esperé a que mi "churri con las tetas ciclás" -según aquellos chavales- me echara la bronca, pero no lo hizo, estaba sonriendo: - ¡¡¡Waw, eres una máquina, que emoción!!!. - Gracias, ¿has pasado miedo? - No, ¡fue espectacular!. - Bueno, vamos a cenar a un sitio caro, que invitan esos dos... Fuimos a un restaurante que conocía bien. servían los mejores platos de pescado, marisco y carne en muchos kilómetros a la redonda. Ella pidió unas almejas de primero y lubina de segundo. Yo me conformé con una tabla de ibéricos y un chuletón de buey de un kilo -las emociones dan hambre-. No podía dejar de mirarla, tenía una sonrisa especial. - Rebeca, ¿estás bien? - Sí, claro, la cena está estupenda, y esta tarta de fresas, uhmmm... - no es eso, te noto algo diferente... - Ahh, es que hacía tiempo que no me arreglaba tanto, y hoy fue un día muy especial, sobre todo la carrera. Fue una buena forma de romper la monotonía. Ay, y todo gracias al Shelby. Me arrepiento de haber tenido celos de él jajaja. Esa era la clave, el coche, yo también me sentí rejuvenecer, al verla a ella volvía a ver a aquella chica de diecinueve años de la que aún hoy sigo enamorado y que estaba cenando conmigo tras ocho años de noviazgo. hacía mucho tiempo que no la veía sonreir de esa manera. La rutina estaba empezando a aburrir nuestras vidas. Al llegar a casa, abrí una botella de cava, le ofrecí una copa, y levanté la mía: - ¿Por que brindamos? me preguntó. - Por nosotros. - Por nosotros, dijimos al tiempo que el tímido "clinc" del cristal de nuestras copas parecía querer presidir la conversación. Subimos al dormitorio, me senté para descalzarme, de pronto ella conectó mi iPod a los altavoces de la mesilla, lo encendió y buscó una canción, mientras no sonaba, ella me miraba sugerentemente. Empezó a sonar, era "touch too much" de AC/DC. [video=youtube;BEhMjZGJQ-Y] Sin dejar de sonreir se acercó a mí, me empujó hasta tumbarme en la cama y se puso encima de mi. Intenté decir algo, me lo impidió. Puso su dedo índice sibre mis labios diciendo: -Ssssshhhhh, no lo estropees ahora. Cállate y bésame. Tras decir eso se mordió suavemente el labio inferior, mientras intentaba quitarme la camiseta. Me dejé llevar y deslicé la cremallera de su vestido, acaricié su espalda desnuda con mis manos, que iban descendiendo hasta su cintura, la rodeé apretándola contra mí. Miré a sus hermosos y brillantes ojos negros, sonreí y la besé apasionadamente, como si aquella fuese nuestra última noche sobre la Tierra.
  16. Espero publicar el cuarto capítulo el domingo, su título será: El desafío. Estoy planteándome abrir un blog...
  17. Capítulo 3: La picadura de la Cobra Aquella mañana volví a despertarme antes que mi chica, no mucho antes, ya que ella lo hizo unos dos minutos después que yo. Al despertar, sonrió y me dijo: - ¿Cómo está el director de departamento más guapo del mundo? ¿Durmió bien? - No tengo ni idea, yo al menos estoy bien y he dormido de maravilla, jajaja. Era una mañana de martes, saldría al mediodía y comería con ella en casa. Ella los martes sólo tenía que impartir clases en la Universidad por la mañana, a los de primero y tercero, y atender una hora de tutorías. Tras la ducha y el desayuno, me dio el maletín diciendo: - Toma y vete ya, que llegarás tarde en tu primer día como director... - Sí mamá -dije riendo-. ¿Nos vemos a las dos y media? Tras afirmar con la cabeza, nos despedimos con un beso. Ese día fue tan monótono como siempre, la única diferencia era que ahora cobraba más. Seguía pensando en mi Shelby. Deseaba que llegase el viernes para instalar los nuevos carburadores, ya que los que me habían mandado no correspondían a mi coche. Los que necesitaba yo, unos Holley de cuádruple cuerpo, llegaron aquel mismo jueves. Una vez llegado el viernes me levante ansioso a trabajar, cómo si por madrugar y hacerlo todo más rápido acelerase el tiempo. Aparte, los viernes tenía también la tarde libre y mi chica no, lo cual suponía que podía trabajar en mi coche, sin molestarla a ella. Al salir de casa, por la mañana, me despedí besándola como de costumbre, ella me dijo: - ¿Sabes que día es hoy? - Claro, viernes, por fin podré poner en marcha el Shelby, llevo tanto tiempo esperándolo.... - Ah, que bien... -dijo ella, de manera forzada-. El trabajo siguió la tónica de la semana, de vuelta a casa, comí lo que ella dejó preparado y me faltó tiempo para abalanzarme sobre el coche. Instalé los carburadores, los reglé para gasolina de 98 octanos y empecé a llenar el motor con aceite. Eché gasolina, cerré el capó y apreté los pines de cierre. Me quedé mirando aquel coche. Era espectacular. Luciendo con orgullo aquel color azul "Acapulco" con bandas laterales y longitudinales en blanco "Wimbledon". Las letras "GT500KR" en los laterales, la cobra amenazante enseñando los colmillos, el anagrama "Cobra Jet 428", las bandas blancas paralelas recorriendo longitudinalmente la carrocería. El mismo color de los Ford Gt40 de Le Mans del equipo Shelby American, y el mismo motor que ayudó a Henry Ford a vengarse de Enzo Ferrari. Era amenazante, imponente, imagino que al verlo por el retrovisor uno se sentiría intimidado. Me senté en el coche, me abroché aquellos arneses que colgaban de la sencilla barra antivuelco que estaba tras los asientos delanteros sin interferir en los traseros, eran incómodos. Acaricié el cuero negro del asiento, disfruté de su olor, agarré aquel volante de aro fino de madera con la misma dulzura con la que agarraría a una bella mujer, incluso con mayor cariño. Miré a la cobra que presidía el centro del volante, ya me había picado, y sentía su veneno saliendo de sus colmillos que había hincado en mi lo más profundo de mi mente y que ahora corría por mis venas. Apreté el embrague, giré la llave de contacto con el pulso acelerado, rezaba para que no pasase con el Ritmo que, con suerte, arrancaba a la octava. Arrancó a la primera, parecía que el mismo Infierno estaba en mi garaje, aquel rugido sordo como el de un trueno que dejó pasó a un ronroneo al ralentí como el de una bestia salvaje. Le dí un par de acelerones en vacío, era como una droga, al acelerarlo sonaba como un avión aliado de la Segunda Guerra Mundial persiguiendo nazis por los cielos de las Ardenas. Entraba en un éxtasis, cada vez necesitaba más oír ese sonido, sentía como los carburadores aspiraban aire para alimentar aquel coloso de 428 pulgadas cúbicas. Me decía a mí mismo "El rey de la Carretera ha vuelto", le dí otro acelerón y grité, ¡¡¡¡Larga vida al rey!!!! mientras la aguja del cuentarrevoluciones volvía a visitar la zona roja del tacómetro. En ese instante noté que mi novia había vuelto, me miraba preocupada desde la puerta interior del garaje. Apagué el coche con una sonrisa enorme. - La cena está lista... - Ya voy ahora. Había preparado mi plato favorito, Lasagna, la suya era excelente. Era una cocinera estupenda, teníamos un quid pro quo, ella cocinaba, yo como no sabía, fregaba. Durante la cena ella volvió a preguntarme si sabía en que día estaba, le dije que no. Un gesto frío recorrió su cara, dejó de cenar, se levantó con un gesto triste: - Me voy a la habitación, no me encuentro bien. Me quedé recogiendo los platos. Al acabar subí al dormitorio, allí estaba ella, al verme se giró, sonriendo y con lágrimas asomando a sus ojos después de leer la carta que le había dejado sobre la mesilla de noche, dijo: - Sabía que no te olvidarías de que día era hoy. - Te prometí que jamás olvidaría la fecha de nuestro aniversario, ¿Has visto el cajón de tu mesilla? - No. Al decir eso, lo abrió y encontró el pequeño estuche envuelto en papel de regalo rojo que había dejado allí al llegar a casa. Su cara se iluminó al ver aquellos pendientes. Son preciosos, dijo, ¡me encantan! y me besó. Al día siguiente, sábado, saqué el coche a la calle, lo aparqué delante de mi casa, se veía desde el salón. descorrí la cortina y lo miré a través de la ventana. Estaba precioso, con aquellos reflejos de luz, más de un vecino salió a la calle a ver que era aquel artefacto que hacía tanto ruido. Ella se acercó y dijo: - a la tarde vamos a dar una vuelta en él, ha quedado imponente. Asentí con la cabeza, y sonreí, ciertamente, el Shelby era brutalmente hermoso.
  18. Hoy a la tarde publicaré el tercer capítulo, que tengo un hueco para escribir un poco.
  19. sinceramente me alegro de que os guste. Mis compañeros de residencia están enganchados. Me han dicho que abra un blog, como ha hecho el chico del 911 -mi inspirador y autor de un relato realmente emotivo y de mayor calidad que el mío-. sinceramente no creo que esté tan bien hecho el mío como para un blog. Os avanzo que hasta dentro de dos semanas no podré escribir más, pero el título del tercer capítulo será: "La picadura de la cobra". Un saludo y gracias por vuestros comentarios
  20. Capítulo 2: En las entrañas de la bestia. Habían pasado semanas desde que el Shelby había llegado a casa. Tras desmontarlo me sorprendió gratamente no encontrar ningún foco de óxido y los desperfectos eran fácilmente reparables. La carrocería la llevé al taller de confianza, allí repararían todo desperfecto y le darían una nueva pintura. Estuve semanas buscando piezas en internet. Los carburadores Edelbrock de tres cuerpos llegaron desde Tennessee, los relojes del interior de Nueva York, los nuevos anagramas y logos desde Las Vegas, el volante desde California, los amortiguadores desde Texas, las llantas desde Alabama... Tenía el motor casi reconstruído, me pasaba todo el día en el garaje reparando aquel coloso de ocho cilindros en V, que lucía con orgullo un "Made with pride in the USA". Mi chica estaba continuamente de uñas conmigo. Que si por tu culpa huelen las sábanas a gasolina, que si lávate esas manos grasientas, que si quieres más al coche que a mí... Era un domingo, estaba trasteando con el motor, ya instalado en el vano, estaba apretando las barras de torretas, que la propia Shelby denominaba "Montecarlo" y "Export" cuando mi novia apareció en el garaje, me dijo: - Recuerda que hoy tenemos cena con Carmen y Javi, tenemos que ir, y no empieces a ser otra vez un borde con él, me prometiste que irías. - El borde es él, siempre anda intentando gobernar mi vida... - Por favor, hazlo por mí -dijo poniendo una cara de morros- - Bueno, lo intentaré... Tras decirme eso se quedó mirando el coche, aún estaba sobre cuatro caballetes, le quedaba mucho trabajo aún. - Está quedando precioso, no parece aquel montón de chatarra que trajiste, el motor brilla tanto que parece nuevecito... ¡Es enorme! - Sí, es el típico motor yanqui, un V8. Tiene mucha cilindrada, más de 7000 centímetros cúbicos, casi 500 Cv... - ¿7000 centímetros cúbicos?, ¿cuántos tiene mi coche? - 1900 - Dios mío, menuda bestia... Mientras decía eso seguía pensando cómo aquella joya con caja de cambios manual -algo muy raro- pudo acabar abandonado en un desguace. Termine de apretar las barras y subí a cambiarme. Me duché y cambié rápidamente, aún tuve que esperar un rato por mi chica. Iríamos en su coche, ese Golf TDi que tiene desde que se licenció. Odiaba ir en él, no por el coche, sino por ir en el asiento del acompañante. Llegamos a la cena, nos estaban esperando. Me bajé a abrirle la puerta a mi novia y de repente Javi empezó a ser el mismo de siempre: Bueno, me alegro de que te hayas deshecho de aquella pota vieja, dijo riendo. Imbécil, pensé, pero un codazo de mi chica impidió que de mi boca saliese un insulto. La cena fue agradable, aunque acabó pronto, al día siguiente tenía que ir a trabajar, aunque estuve ausente absorto en mi Shelby. Ese lunes tenía una importante reunión en el trabajo, lo que también me tenía bastante distraído. A la mañana siguiente me desperté antes que mi chica, ella aún dormía, me duché y me vestí en silencio. Ella se despertó, me acerqué a ella y le dí un beso: - Hasta la tarde princesa, que tengas buen día en el trabajo. - Igualmente amor, suerte en la reunión. Desde hacía mucho tiempo entraba a mi empresa desde el ascensor del párking,ahora entraba por la puerta principal y se me hacía raro. Saludé al portero y cogí el ascensor hasta mi despacho, en la quinta planta. Al poco de llegar al despacho, alguien decidió entrar sin llamar. Como siempre el imbécil del jefe: - Anda, no ví tu coche en el párking, qué raro... - Sí, me he deshecho de él... - Por fin, ¿cuál vas a comprar? - cualquiera menos un Mercedes, dije con una sonrisa maliciosa. Odiaba a mi jefe, nadie podía ser más incompetente. Si hiciesen una oposición para tontos, llevaría una mención de honor. Siempre presumiendo de su maldito Clase E, odiaba más al coche que a su conductor. - Bueno, tenemos reunión a las cuatro. - Lo sé, gracias. Ahora tengo que trabajar... Hasta la comida el trabajo era el de siempre, monótono. Después de comer me dirigí con tranquilidad a la sala de reuniones. El jefe estaba presumiendo, cómo siempre. Nos sentamos, el director empezó a hablar. De pronto el jefe decidió ser más listo que nadie y volvió a meter la pata hasta el fondo, decidí callarme. - De usted quería hablar, señor Méndez, más bien de su gestión... - Y bien, dijo el jefe con cara de satisfacción. - Yo quitaría esa sonrisa de satisfacción, en los años que lleva usted aquí nunca hemos perdido tantos pleitos y dinero. Es un incompetente y esta empresa está harta de usted. Lo siento pero va a ser apartado de su cargo. El señor Díaz ocupará a partir de ahora su puesto como director de la asesoría jurídica de esta empresa. No podía creer lo que estaba pasando, la empresa que me contrató tras licenciarme en Derecho como alumno en prácticas ahora me nombraba director de departamento, estaría por encima del que se creía mi mentor. Salí de la empresa, miré mi móvil y entraba una llamada: - Dime cariño - Esta mañana ha llegado el radiador para el coche, desde Houston y también el pomo de la palanca de cambios. - Muy bien... - ¿Qué tal tu reunión? - Bien, bien, me han ascendido. Ahora soy director de la asesoría jurídica de la empresa. - ¿¿¿¡¡¡Cómo!!!??? Ay dios míos, enhorabuena... - te dejo, se me acaba la batería del teléfono. Un beso. - Adiós, te quiero, un beso. El camino de vuelta a casa se me hizo eterno. Al abrir la puerta ella estaba esperándome, al verme corrió hacia mi, me rodeó el cuello y me besó. Por una vez, desde que el Shelby estaba en casa, decidí dedicarle una noche a mi chica y no al coche. Ella la necesitaba, la había olvidado durante semanas y se la merecía.
  21. Me parece que a la tarde publicaré el segundo capítulo
  22. Hola, he estado pensando en hacer un pequeño relato, por entregas, sobre una historia de amor fantástica. Aquí os dejo el primer capítulo (si os gusta, prometo escribir mas). Capítulo 1: Un romance a primera vista - Otra mañana más perdida, maldito coche, quién me mandaría a mi heredar el viejo coche de mi padre. Este Seat Ritmo es una chatarra andante, no encuentro piezas en ningún sitio, ¿me puedes ayudar? - Claro, Busca en Internet. si no encuentras nada, cerca de Pontedeume hay un desguace enorme, allí seguro que tienen recambios. Si yo fuese tu me desharía de esa tartana, no te da más que gastos... Aquellas palabras de mi amigo Iago retumbaron en mi conciencia, tenía razón, pero era el coche de mi infancia, aún sentía algo por él, aquellos viajes a la playa, aquellos veranos inolvidables, mis primeros pinitos al volante, mi primera vez con una chica... tantos y tantos recuerdos en ese coche al que ahora empezaba a odiar. Llegó el fin de semana, era una mañana gris de sábado. Desayuné rápidamente con mi novia, me despedí de ella con un beso. Ella no entendía porqué me pasaba mañanas y tardes arreglando aquel coche que para ella era un montón de óxido. siempre me decía que me comprase otro y me olvidase de ese maldito Ritmo. Recogí a Iago en su casa y salimos los dos hacia el desguace. Al llegar allí, los dos nos metimos entre aquella enorme marea de lo que para muchos eran hierros viejos, buscando algún Ritmo que donase un alternador para el mío. De pronto algo me sorprendió en mi búsqueda. Me giré de pronto, como si alguien me observase. Allí estaba, en una esquina, destrozado pero en buen estado, corrí hacia donde estaba. Empecé a llamar a mi amigo a gritos, cuando vino, no entendía que pasaba. - ¿Has encontrado un Ritmo? - No, pero mira eso. - Si, muy bonito. Pero seguro que es muy caro. Tras decir eso se giró y se fue. Tiene que ser mío, dije mirándolo fijamente. Era el coche de mis sueños. No podía creerme que un Shelby GT500 del 1968 acabara en un desguace de pueblo. Tenía que ser mío. Empecé a mirarlo por todos los lados, estaba completo, en buen estado, aunque necesitaba mucho trabajo. Cuando abrí el capó me sorprendió aún más ver la caja del filtro de aire "428 Cobra Jet" , ¡era una versión especial, la KR! el Rey de la Carretera. Llamé al jefe del desguace le pregunté por aquél coche, ¿cuanto valdría? La respuesta fue rápida y sorprendente: por esa "chatarra yanqui" pedía 500 euros, nadie lo quería, hasta ese momento en que yo me dejé seducir por él. En ese momento se me abrió el cielo, arreglé rápidamente los papeles de la transferencia bancaria y llamé a una grúa. Mi amigo no dejaba de repetirme que mi novia iba a matarme. Me daba todo igual, el coche de mis sueños por fin sería mío. Necesitaría muchísimo trabajo, y como el Ritmo, era un hierro viejo. Mientras lo subían a la grúa, el coche parecía dedicarme una sonrisa y darme las gracias. Con la emoción del momento, olvidé lo que realmente buscaba. Mi novia se extrañó al verme llegar del desguace con una grúa, cuando bajamos el coche, ella empezó a chillar. - ¿Cuánto has pagado por esa basura? - 500 euros cariño, era una ganga. -¿Ganga? ¿estás borracho? te has comprado ese amasijo de hierros, que hay que arreglar de principio a fin y en el que te dejarás más dinero que en un coche nuevo... Tú estás rematadamente loco. Aquellas palabras no me afectaron, seguía mirando a aquel coche, me faltó tiempo para llevarlo al garaje y empezar a trabajar en él. Mi chica parecía haberse tranquilizado, me conocía y sabía que era un loco de los coches. Se acercó a mí mientras desmontaba el amortiguador delantero izquierdo, tocándome en un hombro me dijo con dulzura: - Amor, ¿no tienes pensado irte a la cama? - ¿qué hora es? - son las tres de la madrugada. - Voy enseguida. - Y antes dúchate, no quiero que te me acerques con esas manos llenas de grasa. Me duché y me metí en cama. Ella empezó a recriminarme porqué había comprado aquella anticualla. había soñado con aquel coche desde que ví un poster en el taller de la esquina de mi barrio siendo niño. Aquel coche con una serpiente en la calandra frontal me marcó para siempre. No sería el coche más bello del mundo, ni el mas rápido, pero era mi favorito. Entonces ella se giró, puso su cabeza sobre mi hombro, notaba su respiración en el pecho, la rodeé con mi brazo derecho y jugué con un mechón de su larga melena rubia. antes de dormirme me susurró al oído: no parece muy bonito, pero seguro que cuando lo repares quedará precioso. Eres como un niño grande -al decir eso empezó a reír-. Me dió un beso y le deseé buenas noches.
  23. nadie recuerda una vieja serie americana llamada "granjero último modelo"....
  24. yo diría que es un Escort MK3 cabrio tuneado...con bastante mal gusto
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